domingo, 5 de mayo de 2019

Solo Dios puede crear el culo.

-¿Pero cómo puede ser que se sometan a carnicerías como ésta ? -dijo Fran Gordal de aquella mujer.
-Y las chicas de esa raza son muy propensas, verás más así -decía Juan Gordal.

Los dos hermanos observaban asombrados las nalgas, semejantes a dos plásticos hinchables que esa mujer llevaba mal ceñidas por un pantalón que no hacía sino exagerar la impresión de deformidad que aquello producía. Era evidentemente sudamericana, seguramente colombiana o venezolana, que de acuerdo con los datos de nuestros protagonistas eran las más propensas a este tipo de destrozos quirúrgicos. Daba toda la impresión de que aquella persona llevara algo pegado al culo, un cojín o semejante.

-La cosa es así, Fran -decía Juan a su hermano-. Esas chicas dan mucha importancia a tener buen culo, algunas llegan incluso a operarse antes de desarrollar el propio, y luego, cuando se les desarrolla el propio pues tienen ahí el taburete.
-Pero además está el hecho de que yo no sé si actualmente habrá procedimientos mejores, pero al menos en muchos casos, la operación es a peor. Son unos culos que parecen de maniquí, de muñeco de caucho. Yo te juro que en la mayoría de los casos estos culos de fabricación no me ponen nada.
-Pues para ellas es importantísimo, ya lo ves. Yo no sé además si esto no se podrá deshacer, porque esta señora, cumplidos los años, igual que ahorró para hacérselo podría quitárselo.
-Y encima las hay que se quedan mal tras la operación , con lesiones graves.
-Si es que está claro, todas las veces que esto se hace en clínicas clandestinas de estas guarras.


Lo que nuestro héroe no podía comprender es cómo eso continuaba pasando a estas alturas, porque la señora que había llamado la atención de nuestros dos protagonistas, por edad, serguramente había caído en el timo quirúrgico en los primeros tiempos de tal práctica, pero seguían viendo chicas jóvenes que con tanta publicidad y observaciones aún caían. Habría que hacer más labor de pedagogía con ellas.

-Recapitulemos -decía Fran-. De menos a más importante, está primero el hecho de que a los hombres, a mí al menos, esto tampoco me gusta, más aún, prefiero un mal culo natural a esas bolas de caucho, luego el de que tener un culazo no es lo más importante del mundo, de que con los años seguramente se arrepientan y no puedan deshacerlo, y los riesgos para la salud.
-Yo creo que las niñas ya se educan sabiendo todo eso, Fran, pero si no, vale la pena insistir.
-Y que ninguna acabe mal por intentar el hombre reproducir lo que sólo Dios y la naturaleza pueden darles.

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