jueves, 12 de diciembre de 2019

Dedicatoria para todos los públicos.



Pues para una vez que estamos aquí cuando los escribís, es una alegría muy grande poder participar en el regalo a la niña ―dijo la tía Maria Cristina después de mostrar el Belén de peluche que había aportado al regalo de la familia Gordal palacios a la pequeña Marimar.
Puessíhermanala
mandamostodos
losañosennavidad
yensucumpleaños
cosasqueyaestá
muycrecida
yanoesunbebémis
hijotambiénla
escribenhasta
Juanquenoes
muydecríos
nideescribir
parecquelehace
ilusión...―añadió Doña Marta Palacios.
Ya has tenido que meterme la pullita ―respondió Juan Gordal.
Nohijofirmalatarjetaaverquéseteocurrequeparaunacosaernlaqueparticipastodosqueremosque lohagascongustoyséquetúeresunapersonamuybuenaymuycariñosaquecuandoteponesconestolohaces
contodoelcorazón...
Trae.


Y mientras todo esto sucedía, nuestro protagonista que observaba la escena pensaba algo ingenioso que decir a la pequeña. Normalmente nuestro personaje tenía mucha inventiva para las dedicatorias, pero siempre eran chistes de los que no podía decir a una niña de corta edad: chistes de que para nosotros todas las noches son buenas, de que aquí tengo el gordo de navidad con dos aproximaciones, y viendo a Juan dibujar un duende navideño le había venido uno más, de su terrible enano... ¿sería posible que a su edad no fuera capaz de ocurrírsele nada fuera del humor cuartelero?Con la referencia mental al humor cuartelero recordó los chistes de la Historias de la Puta Mili de Ivá donde a veces los soldados del sargento Arensivia hacían verdaderas burradas con los camellos del desierto, y tras darle vueltas pensó en dibujar a un camello para la niña, y ponerle diciendo el clásico: «Basaltar...¡y se cayó!». Al acabar su hermano de firmar la tarjeta le llegó el turno y dibujó el chiste más viejo sobre navidad que recordaba, pero válido para una infante de la edad de Marimar.

Québonitohijosevequetútodavíamantienestuespíritunavideñosenotaquetienesilusiónconestocasi
estásapuntodeescribirunacartaalosReyescuandotienesgustoporlascosassetransmiteenloqueescribesy
parecequelosabes... ―afirmó Doña Marta Palacios
Y qué puro e inocente. Se ve que tiene aún corazón de niño ―dijo la tía Maria Cristina.
No logro hacerle crecer, no ―sentenció Juan.

Nuestro protagonista tuvo ganas de pegar una bofetada a alguien al oír que le decían aquello cuando había hecho esfuerzos para dar una dedicatoria adecuada al público que recibiría la tarjeta. Pensando que era imposible acertar con todos esperó que al menos a la benjamina de los Gordal palacios le gustara y dijo:

Bueno, los pajes de los reyes magos me habrán visto.



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