futbolísticas. Curiosamente un ambiente como de desconfianza, de pesimismo envolvía a
la selección del país donde vivía nuestro protagonista. Aunque el fútbol era siempre
un entretenimiento nadie, tampoco Fran, confiaba en que el equipo nacional hiciera
grandes cosas. Sin embargo aquellos campos empezaban a mostrar un detalle que hasta hacía
poco más de un año se daba por descontado en un estadio de fútbol, pero que ahora era un
signo de esperanza: el público. Aquella edición del campeonato se producía en una fecha
redonda, hacía sesenta años de la primera celebración del torneo. A modo de homenaje se
había decidido que en vez de ser en un país concreto los partidos se celebraran en los
estadios más emblemáticos de todo el continente. Y eso permitía ver que según fuera
la situación pandémica de un país u otro, se permitían diversos grados de ocupación de
los campos. En el país de nuestro protagonista, por ejemplo se permitía ya llenar hasta
el 25% del aforo del estadio.
—Qué aspecto más curioso tiene la grada, ya con público pero vacía en su mayor parte. —Silovieramosantespensaríamosquehahabidoalgúnproblemaoqueelpartidotodavíanohaempezado peroahoraesunllenazobuenoanimaunpocoyasevaacabandoestoahoranosésillevanlosaficionados ademásdebufandasyloquesolíanllevarmascarillasycosasdepandemia... —Hay hasta aficionados que dicen que se compraron cosas de pandemia y que los seguirán
llevando, mamá. —Cuandoesténloscamposllenosseguiránllevándoloserámásnecesarioquenuncahabiendoesa concentraciónentiemposdepandemiaperosidicestúquesiguenllevándoloahorahabrámáscolorquenunca enelcampo... —Ya permiten aforo completo en países como Hungría, por ejemplo. Y si lo hacen se supone que
es porque esto se pasa, mamá. —Aysíaversisepasaqueestmoshartosyoestoydeseandoquitarmelamascarillacasimeahogoconellano puedomástengounasganasdequeacabeenormesesunasuerteverquesedanpasosparaestomegustaver genteenelcampo... —Sí, el año que viene iré a ver al Atleti.
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