miércoles, 2 de junio de 2021

El baño se reveló.

 

 

Nuestro protagonista entró

en aquel baño. Abrió

la cremallera de los pantalones,
y se dispuso a realizar lo que

se haría en un lugar así. Cuando

estaba en medio de la tara
la luz se fue. Mejor ni me

muevo, pensaba Fran, creyendo

que estando ya apuntado hacia

el agujero podría mantener la posición buena, y de pronto volvió la luz

pero no como esperaba Fran: la puerta de aquella cabina se abrió y quedó expuesto a la

calle.No tuvo más remedio que parar para arreglarlo. Se dirigió hacia el botón de

apertura de la cabina, lo presionó varias veces con progresiva ira y desesperación. No

había acabado de cerrarlo del todo cuando de pronto observó cómo una especie de aspersor

soltaba el producto de limpieza, y ya no le quedó otra que abandonar el proceso. Salió a

mitad de la calle , donde veía que el cartel luminoso que indicaba el estado de aquellos

aseos decía: “En proceso de autolimpieza, espere, por favor”. Maldijo todos los adelantos

técnicos que él calificaba de peoras y los sistemas de limpieza inteligentes. Se preguntó

quién llevaría el estado de aquellos aseos y se dijo que tenía trabajo por delante. Dos

transeúntes que pasaban se le quedaron mirando pues tenía restos del producto de limpieza

por todas partes. Un producto espumoso que por supuesto olía mucho a desinfectante.



¿Qué te ha pasado? —preguntó uno de los transeúntes.
Creo que absolutamente todo lo que te puede pasar en un aseo público en minuto y medio

—respondió nuestro protagonista.

En una lapso de tiempo seguramente menor del que había pasado dentro de aquel aseo todo rastro

de su aventura desapareció, pero no pudo quitarse de la cabeza que la gente lo miraba por la calle,

que iba dando la nota.

Pues poco tienen que ver si eso les llama la atención —le dijo Juan Gordal en casa cuando llegó.
Puede ser, pero lo que me ha pasado lo intenta imitar un cómico de la tele y no le sale igual.



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