Nuestro protagonista entró
en aquel baño. Abrió
la cremallera de los pantalones,y se dispuso a realizar lo quese haría en un lugar así. Cuando
estaba en medio de la tarala luz se fue. Mejor ni memuevo, pensaba Fran, creyendo
que estando ya apuntado hacia
el agujero podría mantener la posición buena, y de pronto volvió la luz
pero no como esperaba Fran: la puerta de aquella cabina se abrió y quedó expuesto a la
calle.No tuvo más remedio que parar para arreglarlo. Se dirigió hacia el botón de
apertura de la cabina, lo presionó varias veces con progresiva ira y desesperación. No
había acabado de cerrarlo del todo cuando de pronto observó cómo una especie de aspersor
soltaba el producto de limpieza, y ya no le quedó otra que abandonar el proceso. Salió a
mitad de la calle , donde veía que el cartel luminoso que indicaba el estado de aquellos
aseos decía: “En proceso de autolimpieza, espere, por favor”. Maldijo todos los adelantos
técnicos que él calificaba de peoras y los sistemas de limpieza inteligentes. Se preguntó
quién llevaría el estado de aquellos aseos y se dijo que tenía trabajo por delante. Dos
transeúntes que pasaban se le quedaron mirando pues tenía restos del producto de limpieza
por todas partes. Un producto espumoso que por supuesto olía mucho a desinfectante.—¿Qué te ha pasado? —preguntó uno de los transeúntes.
—Creo que absolutamente todo lo que te puede pasar en un aseo público en minuto y medio—respondió nuestro protagonista.
En una lapso de tiempo seguramente menor del que había pasado dentro de aquel aseo todo rastro
de su aventura desapareció, pero no pudo quitarse de la cabeza que la gente lo miraba por la calle,
que iba dando la nota.
—Pues poco tienen que ver si eso les llama la atención —le dijo Juan Gordal en casa cuando llegó.
—Puede ser, pero lo que me ha pasado lo intenta imitar un cómico de la tele y no le sale igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario