sábado, 27 de noviembre de 2021

Las medidas que se guardan y las que no

 

 

Oiga, por favor, póngase bien la
 mascarilla? dijo aquella señora
 en la cola del super.
La chica joven a la que esa mujer
reconvino se colocó bien la mascarilla,
 y avanzó unos pasos.

Es que parece mentira que ahora que hablan de que vuelve esto, con lo que ha sido,
con nuevas variables siga habiendo gente que se tome esto a a ligera ? comentaban 
otras dos personas detrás de nuestro protagonista, pero tan cerca que se las podía oír.

Nuestro protagonista observaba la escena con extrañeza viendo cómo se juntaban todos los
 integrantes de aquella cola, pero vigilando todos con mucho celo que los aditamentos 
faciales permanecieran en su sitio. A fin de cuentas durante toda la etapa en que aquella
 plaga había castigado el planeta de nuestro personaje había habido gente desocupada
 preocupada en hacer guardar al milímetro las normas sanitarias al prójimo mientras ellos
 se las pasaban por el arco de triunfo. Ahora con la amenaza de nuevas variantes de aquel
 virus estos inquisidores de salón se sentían legitimados para volver a recrudecer su 
presión sobre el resto de la población. Pero era realmente curioso de ver cómo estaban 
todos vigilando las mascarillas de los demás mientras pisaban las marcas amarillas del 
suelo que seguían señalando la distancia que convenía guardar en el suelo. Mientras Fran 
estaba preocupado en estos pensamientos las cola avanzó un paso o dos. De inmediato un 
hombre de mediana edad le gritó:

¿No piensas avanzar o qué? ¿Vamos a estar aquí todo el día?
Fran no estaba por la labor de montar un pollo en aquel momento, pero durante todo su
 camino de vuelta a casa se preguntó si los gregarios que querían arrejuntarse en aquella 
cola y los ultras de la mascarilla serían las mismas personas.

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