lunes, 6 de diciembre de 2021

Un puente bajo amenzaza

 

 

Aquel puente de diciembre
era muy diferente a los 
últimos que había vivido
 nuestro protagonista. 
Por primera vez en bastante
 tiempo tenía trabajo, de
 modo que lo cogió con ganas. 
¡Por fin cinco días sin madrugar en medio de varios meses de trabajo de 8 horas! Daban
 ganas de cogerlo. Nuestro personaje pensaba en todos lo sitios donde podría ir, y 
en algún momento llegó a considerar la posibilidad incluso de ir a zonas de su misma 
comunidad que no conocía, como los viejos poblados de las películas del oeste. Lo único 
que le echaba para atrás era la amenaza de lluvia y frío propias de la época del año en 
que se hallaba. De acuerdo con los medios de comunicación de su país, de hecho, también 
en ese puente muchas personas estaban pensando en salir y disfrutar.

Pero a más largo plazo había una amenaza que seguía presente. La gente de su país
estaba planificando unas navidades en confinamiento. La sombra de la pandemia que había
castigado tan duramente a su planeta seguía ahí, y además parecía que el virus estaba
mutando y desarrollando nuevas variantes. De modo que no sabía uno a qué atenerse en
aquel puente. Nuestro protagonista pensó en hacer lo que había hecho desde el principio
con aquel mal. Protegerse, llevar mascarilla y hacer su vida normal obedeciendo a las
autoridades sanitarias. Sin embargo, por las calles se percibía un rumor de fondo muy
semejante al del principio de la pandemia:

Yo me voy a poner la tercera dosis.Pues no sé yo si no con esas podremos escapar. Más vale ir aprovisionándose para quince días.Y para más, que encima vienen apagones.
 En esas circunstancias incluso asustaba un poco salir del domicilio. Sin embargo Fran había
 optado por no hacer caso y seguir sus planes. Entraría en los establecimientos donde pudiera 
entrar, y pasaría el mejor puente posible. Si había que volver a confinarse, al menos habría pasado


 unos días buenos. 

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