—AyporDioshijacómose
teocurreconlobuenosque
estánlamerluzaelgaloel
bacalaoylospescadosde todalavidatraerestoes
comopezespadaperomalosi
miraqueosdigosiempreque
amimepongáislacomida quehemoscomidotodalavida... ?farfullaba
Doña Marta Palacios. —Bueno, mamá. Tú siempre dices lo mismo ?respondió Carolina Gordal?, si por ti fuera
sólo podríamos comer cuatro comidas. Mira a Fran y Juan cómo se lo toman.
Los dos hermanos alzaron la cabeza y miraron a las mujeres de su familia con cara de
apuro. Por la mente de ambos pasaba una misma idea. Al final fue nuestro protagonista
el que se decidió a hablar.
—Este... Cárol. —Dime. —A ver, ¿cómo te lo diría yo? Este pescado es... —Dilo sin miedo, Fran —interrumpió Juan—. Una mierda. El tintoreto este o como se llame... —Tintorera, Juan. Bueno, Cárol, eso que este pescado, mejor nunca más. —¿Cómo? ¿Y todas las especias raras, carnes como de avestruz y de caballo y demás que
traéis vosotros qué? —Cárol, es que no es por lo que sea. Es que está malo. Sabe mal. —Yodesdeluegoquieromuchoaminiñaperonoquierovolveratomarestoninadadeloquetraigáisvosotros apartrirdeahoramicomidamelahagoyoaverporquésetienequetomarestosihaymerluzabacalogallosyun
montóndepescadosbuenísimos... —¡No voy a volver a haceros nada! ¡Nunca me agradecéis lo que hago! —Casi mejor, Cárol.
Carolina se levantó de la mesa indignada y se fue a llorar.
—Ya habíamos olvidado esto —dijo nuestro protagonista. —Nooospreocupésiquemañanayohagounatortillitayestofadoyyaveréiscómoselepasasivoyyoahacer lacomidayveréiscómotodoslopasamosmuchomejoresqueestascosasquetraéisvosotros siempre nos traenlíosydiscusiones...
—La jodimos del todo —sentenció Juan.
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