—Ayhijotraeme
elmóvilquevoya
oírotravezaesa
chicaqueselavoy
arecomendaral
rimomarioqueles gustamuchoamiscompañerosyalosdelatertuliaytambiénleshagustadoatodostustíosquécosamásbuena medescubristeestachicaesunagenio...—gritaba con entusiasmo Doña Marta Palacios, —Joder, mamá, ahora no dejas el aparatito —contestaba nuestro protagonista. —Esqueesgeniallavidadetodosloscompositoressobreunabasedesusobrasesincreíbletodoloqueha hechoyyallevaunmont´nmiratodoslosquetieneahoraentiendolagraciadeloscanalesdeyoputubeyesto estáquisiempre... —Vale, pero deja ya el puñetero móvil. Hacía algunos días que mientras nuestro protagonista veía otro canal, el del periodista Julio
Maldonado, conocido popularmente como Maldini, su madre le había preguntado si eso estaba
allí siempre. Como ella estaba a su vez oyendo un concierto de bach en la radio, Fran le explicó
que existían otros canales, y le mostró a Sheila Blanco, periodista musical, cantante y pianista que
había tenido éxito en toda la parte del planeta que hablaba el mismo idioma de los Gordal Palacios
con lo que ella llamaba bioclassics: una composición cantada narrando la vida de cada gran
compositor sobre una pieza escrita sobre el mismo. Pero Doña Marta le había cogido una afición
desmedida que era una auténtica adicción.
—Ahora más pegada al móvil que una niña de 18 años. Y eso que no sabes usarlo. —Síhijoyomandomuchascosastodosloddíasamuchagentequenuncacreíquemeibaaaficcionaraesto peroesquesepuedehablarhablarcontodosvermúsicayescribiralagenteypareceincreíblequeestéaquí siempreyaestachicalatienequeconocerlagente... —Mamá, le han hecho reportajes laoyen en todo el mundo hispanohablante, ha dado conciertos de sus bioclassics... Anda, levántate que vamos a cenar. —UnmomentoqueseloquieromandaralprimoMarioqueseguroquenoloconoceylotienequeverporque aestachicahayquedarladifusiónqueselomerecequenadielahavistoyesunamoneríaporfavorayúdamé dóndeestabaelcanalqueloquieromandar... —Ni poner la mesa, deja. Sí, como una quinceañera.
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