sábado, 5 de febrero de 2022

Un nuevo y absurdo entretenimiento

 

 

Espérate, voya escanear ese
 código —dijo nuestro
 protagonista echando mano a su móvil.¡¿Ése?!—contestó Juan asombrado—. 
¡Pero si mo es más que lo que ha colgado 
algún tarado
 sobre un graffiti!¿Para qué quieres eso?Mira, da a una página web de diseño.¡¿Me has escuhado?!Sí, perdona, Juan, ahora que he visto
 cómo van me flipa. He cogido un vicio 
con esto tremendo.

Los códigos QR eran un sistema de información que, si bien se usaba ya con anterioridad, había
experimentado un crecimiento brutal con la pandemia que afligía el mundo de nuestro protagonista.
A través de una trama de cuadros blancos y negros se podía llegar por medio de un scanner
informático a páginas web donde se mostraba información sobre muchas cosas. En un contexto
donde el contacto físico y las superficies debían reducirse al mínimo permitía reducir muchas
prácticas de riesgo: intercambio de cartas en los establecimientos hosteleros, anuncios de diversos
establecimientos, muestras de arte o de pretensiones de arte como la que acababa de ver nuestro
protagonista... El caso es que a Fran le fascinaba esa práctica y ahora escaneaba cualquiera de
estos códigos que viera, enviara a donde enviara. No podía evitarlo, en cuanto veía un código
tenía que saber dónde llevaba. Y se podían crear, según las últimas informaciones, muchos, muchos
códigos. Los cuadros blancos y negros no admitían infinitas combinaciones, pero sí un número de
ellas mayor que la cantidad de átomos que había en el universo.

Fran, pareces tonto. Eso no es para jugar.¿Por qué no? ¿No se pasa la vida la gente en internet y la nube?¡Pareces un crío! La información es útil cuando se va a usar para algo. ¿A ti qué te importa lo 
que tenga un grafitero en su web?Pues ahora sé que existe y... ¡Ay!¡Mira! ¡Voy a escanear el de este bar!En fin, a ti al menos la pandemia te ha traído un hobby.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario