miércoles, 19 de junio de 2024

Un lugar siniestro

 


Fran cerró su mochila después de meter en ella su ropa de trabajo. Aquellos días en esa labor le
iban a venir muy bien para el mes siguiente. Ahora tocaba devolver las llaves al cajón de la oficina.
Nuestro protagonista salió del vestuario con su mochila a cuestas y avanzó por aquel pasillo a oscuras
donde una luz al fondo indicaba hacia donde ir. Tras cerrar la puesta detrás de sí comenzó a caminar
y un extraño crujido le sobresaltó.

¿Hay alguien ahí? —gritó nuestro protagonista.

Nadie contestó y Fran continuó su camino. Le sorprendió lo siniestro que era el mismo lugar
donde había trabajado desde las tres de la tarde entre chanzas y bromas con otras personas una vez
que todo se apagaba y no quedaba nadie. Al llegar a la habitación principal los cuchillos que había
colocados en varios muebles brillaban poniendo en relieve lo cortante y agudo de sus filos. Fran
sabía que en aquella semipenumbra no había un alma, pero la visión le resultó inquietante. Se
dirigió rápidamente al despacho donde debía dejar aquellas llaves y las depositó. Luego salió y
de nuevo se sobresaltó oyendo un ruido de pasos.

¿Quién está ahí?—dijo

Al pararse se dio cuenta de que aquel sonido de pisadas era el que producía el mismo y se rio,
pero el eco de su risa en el pasillo volvió a asustarle. Decidió que lo mejor sería salir cuanto antes
de allí. Subió los dos pisos de la escalera y llegó a la recepción de aquel establecimiento. Allí
había gente riendo y charlando alegremente, y todo parecía mucho más tranquilizador. Fran se
dirigió al recepcionista:

He dejado en el cajón las llaves del vestuario. Muchas gracias por todo —se despidió nuestro
 protagonistaGracias a ti —le respondió el recepcionista sonriente—. La verdad es que miedo pensar como
 hubiéramos hecho todo esto estos días sin tu trabajo.Pues miedo yo no he pasado hasta acabarlo —sentenció Fran y salió a la calle.

A la luz de aquella noche, en una calle concurrida con gente disfrutando en terrazas y otros
establecimientos de ocio, nuestro protagonista comparó una vez el contraste con aquel lugar donde
se había ganado el pan. Pensó en aquellas ficciones donde un personaje recorría calles y ciudades
desiertas. Pero ahora había visto que esa sensación está mucho más próxima de lo que nos creemos.



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