—¿Conoces este
personaje,
Juan? —preguntó
nuestro protagonista
con aquel tomo
en la mano. —Sí, hombre. Ese era una parodia de los profesores estos muy eruditos pero algo engreídos.Aquella historieta, El Profesor Tragacanto y su clase, que es de espanto era el último
descubrimiento que había hecho nuestro protagonista en las tiendas de tebeos, donde se
estaba lanzando últimamente a la aventura de descubrir los personajes de Bruguera un
poco menos conocidos por el gran público.
—Era la revista de mayor tirada o sea, que ninguno de estos personajes podemos decir
tampoco que sea desconocido en sentido estricto —explicó Juan. —Sí, pero muchos son anteriores a que yo naciera y algunos me gustan. Y en cualquier
caso me atraen por lo que tienen de retrato de la sociedad. Es casi como Berlanga en cómic. —Últimente has descubierto las de Don Pío, Doña Lío Portapartes, Doña Pura y Doña
Pera Vecinas de la escalera... —Los de Ibáñez y Escobar más o menos los conoce todo el mundo. Me gustan más los de
Segura, Schmidt, Raf... Y el Agamenón de Nené Estivill me gustó bastante, con ese final
repetido en casi todas sus historietas. —Bueno, hay que conocerlos, pero también te has llevado decepciones. —En todas partes hay cosas buenas y malas, Juan. Este, el profesor, ¿qué tal es? —Bueno, es un humor muy blanco y muy infantil quizás, pero a ti te gustará. —El Schmidt este tenía preferencia por personajes sabios, por lo que veo. De los que puede
dibujar casi como druidas con barba blanca, como el Doctor Cataplasma o éste. —Bueno, a ver si a ti te gusta. —Pero en todo caso animo a no dejar de buscar y probar personajes menos conocidos a todo
el mundo. Es un entretenimiento agradable y casi infinito. —Pero no te quedes en Bruguera, cabrón. —Con Marvel no tiene tanta gracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario