A las siete y media de la mañana de aquel día, nuestro protagonista se levantó. Debía
acudir a solucionar un problema brocrático con la domiciliación de una factura. De
modo q ue aquel día, que lo tenía libre, se levantó a la misma hora que habitualmente
y se vistió. Poco después de despertarse observó por la ventana que para colmo de
males llovía de modo torrencial.
—Lo peor es que ni siquiera me van a pagar
por este día —comentó Fran. —Bueno, pero te levantas siempre a la misma hora, de modo que no creo que sea tan
terrible —le respondió Carolina Gordal. —Pero es distinto de levantarse para cumplir con una obligación y sumar ganancias
que para ir con lluvia a una oficina.
Nuestro protagonista comprobó si llevaba bien la chaqueta, los guantes, el paraguas...
Luego se dirigió a la oficina y esperó su turno.
—Buenos días —dijo Fran al trabajador que lo atendió. —Buenos días, dígame.Fran explicó el error por el que los recibos de aquel servicio no estaban llegando a la
cuenta de los Gordal Palacios y por qué por tanto no se habían podido pagar. El operario
le escuchó con atención y procedió a los cambios que Fran le pidió.
—Pues ya debería estar solucionado. —Muchas gracias. Ha sido muy eficiente —respondió Fran pensando en que ya estaba
libre y podía irse. —Bueno, tenga en cuenta que ahora cobraremos varios recibos a la vez. No sólo no me pagan, sino que por este madrugón de mierda me cobran, pensó para
sus adentro Fran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario