-Quienhapuestounalavadorametocabaamíponerlamíaperoestáocupadayahoranosécuandovoya
poderyteníamucharopa...-protestó Doña Marta Palacios viendo que al llegar ella había una tanda de ropa
lavándose.
-¡Mamá, que te ahogas!-respondió nuestro protagonista-. He puesto la ropa que dí hace varios días a
lavar, porque no me llegaba.
-Perohijosisabesquesiempretelalavomehasdesbaratadotodamiideaycontodoloquetengoquecorregir
vasyteponestúadesordenar...
-¡Pues corrige tranquila! ¿Dónde está el problema? Además ya acabo y vas a tener túla lavadora libre
para lo que quieras.
-Estonohayderechohijocomovoyacorregirsinohepuestolaropaalavarseyseamontona...
-¡Joder, que ya se acaba! Mira, te pongo tu ropa yo, si quieres.
-Nihablartúnotocasmiscosashastallípodríamosllegarmásvaldríaqueteocupasesdelotuyo...
-Pero si es lo que estoy haciendo y también te parece mal. No sé, ¿quieres que te corrija?
Aquí Doña Marta recuperó su compostura y dijo
-¡Ni muchísimo menos! Ahora mismo corrijo yo. Eso es sagrado.
-Ya sabía yo- dijo Fran para sí-, que el trabajo la calmaría. Pero no sé cómo acertar con ella. Si me ocupo
de mi ropa está mal, y si la doy a lavar, se queja de que la cargo de trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario