jueves, 19 de noviembre de 2015

Y encima Lomu.

"Me alegra saludarle, Jonah. Le tengo un poco de miedo."
(Nelson Mandela al saludar como presidente del país organizador a los jugadores de ambas selecciones finalistas de la Copa del Mundo de Rugby de 1995)

Unos días después de un salvaje atentado terrorista en una ciudad que nuestro protagonista había visitado hace años y seguía recordando vivamente (en algún momento debería volver, pensaba siempre), la saturación de información sobre este acto tan miserable le llevaba a consultar continuamente la actualidad deportiva en busca de diversión o evasión. Pero esta búsqueda también le dejó una noticia luctuosa. Una noticia que además, se preguntaba si alguien más sentiría en su país, que era uno de los que menos seguían el noble del rugby: Jonah Lomu, el mítico ala de la selección neozelandesa, nos había dejado a los cuarenta años a consecuencia de una recaída en su enfermedad de riñón. Y encima, de éste si que conocía nuestro héroe parte de su vida, de su trayectoria, de su calidad humana y de cómo siempre hasta su prematuro fallecimiento había intentado que su caso ayudara a los enfermos y transplantados de riñón, no como las víctimas del atentado, sin duda con derecho a la vida, pero de las que nada sabía salvo su bárbaro asesinato. El mismo hecho de que Manolo Lama y otros deportistas periodísticos hablasen de su muerte ya era una pista de su importancia y de cómo había trascendido a otros ámbitos, dado que por el abandono que el rugby padecía en el país de nuestro héroe, era sumamente extraño que se hablase de ningún jugador. Lo único que parecía saber la gente, es que precisamente los All Blacks, los Kiwis, la selección de Nueva Zelanda, los de Lomu hacían una danza guerrera de los maoríes antes de sus partidos. 


Pero Lomu fue mucho más que eso: 63 veces internacional, 215 puntos (entre ellos el considerado mejor ensayo de la historia de este juego), la capacidad de recorrer 100 metros en 10.89 segundos pese a medir 1.96 y pesar (en forma) 120 Kgs. Los sudafricanos en la famosa copa mundial de rugby de 1995, la que inmortalizó el gran Clint Eastwood en la película Invictus, y la que usó Nelson Mandela para crear por medio de este deporte un símbolo que uniese a su país tras los años del apartheid, le describieron como “el jugador más intimidante que este comentarista haya visto jamás.” Y eso en uno de los muchos países donde su deporte, al contrario que en España es casi religión. Curiosamente, en ninguna de las dos copas del mundo que jugó Lomu su pais consiguió la victoria, y eso que es la selección con más títulos en su palmarés. Además, fue el primer jugador de Rugby sobre el que se hicieron campañas publicitarias de firmas deportivas, icono de muchas causas, impulsó competiciones deportivas en muchos países, y seguramente, lo poco que se sabe en España de ese deporte fue gracias a él. Sí, la primera superestrella mundial del rugby. De modo que nuestro héroe, que sí conocía el gran espectáculo y nobleza del Rugby sentía su muerte. Y más cuando parecía estar curado de esa maldita enfermedad renal.

-Todos esos golpes y esa corpulencia no son buenos, Fran -le dijo Juan Gordal.
-Eso es el topicazo, Lomu estaba bien salvo por una enfermedad que no guarda ninguna relación con su actuvidad.
-En todo caso, una semana luctuosa ¿verdad?
-Pues sí, a ver si al menos me toca la quiniela.

 Dos grandes en una foto. Descansa en paz, Lomu, y ojalá que en este país, en las antípodas del tuyo en sentido geográfico y deportivo, algún día la gente sepa quien fuiste.

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