-¿Y
el Tenorio? -dijo Fran observando aquel stand-. Parece mentira,
estamos en España.
-Pues
ya ves, ese no -respondió Juan.
La
tan traída y llevada discusión de si es buena la aculturación
plena que desde hace ya bastante tiempo padecemos en fechas de
primeros de noviembre a manos de la fiesta de brujas americana
parecía agotada. Sin embargo, a nuestro héroe le repateó que en La
Casa del Libro hubiese un stand de obras acordes con la fecha
con éxitos sin duda magníficos de Anne Rice, Edgar Allan Poe, Bram
Stoker, Stephen King, Lovecraft y otros similares, pero en una tienda
de Madrid, cabría esperar que también hubiese algún autor español
en el mismo. Y desde luego la obra principal y característica de esa
fecha en España era la de Zorrilla. Pero ya había llegado la
aculturación al punto no de convivencia pacífica, sino de comerse a
lo de aquí.
-Y
encima adoptamos una fiesta infantilona y cutre, a mí me mola más
el día de difuntos mexicano -dijo Juan
-Pues
ven aquí enfrente.
Fran
mostró el escaparate de un supuesto restaurante mexicano adornado
con las calabazas y caramelos de los gringos. ¡En esa fecha! Cuando
de lo más típico de México son sus “muertecitos” y su día de
difuntos fundido con una fiesta azteca que ya tenían cuando llegaron
los españoles.
-Al
menos -dijo Fran-, las pastelerías siguen vendiendo buñuelos de
viento y huesos de santo.
-Sí,
pero también calabazas llenas de caramelos y americanadas similares.
-Pues
que me quiten los buñuelos ya sí que no estoy dispuesto. Y lo has
visto en la Casa del Libro, primero se igualan y después se
ventilan a lo de aquí.
-Y
nadie tiene la culpa, mira a los críos. A ellos puede hacerles
gracia disfrazarse, pero el resto somos mayorcitos.
-Y
verás cómo al llegar a casa, mamá nos vuelve a contar la anécdota
de ET.
Los
dos hermanos llegaron a casa, hablaron con su madre y le preguntaron
cómo había pasado el día.
-Pues
bueno, he comprado los buñuelos, he ido a ver a vuestro padre...
pero todo lleno de niños disfrazados de fantasmas y similares.
Recuerdo que cuando tú, Fran, tenías un año Spielberg extrenó ET.
Y allí en un momento dado Elliot y sus amiguitos celebraban el
Halloween y había que explicar a los niños que era una
fiesta americana.
-Ahí
lo tienes, ya está el día completo -sentenció Fran.
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