domingo, 22 de noviembre de 2015

El Basset Hound

-¿Cómo que no las tienen hasta mañana? Siempre que he ido yo las tenían en el momento.
-Pues ya ves hijo, hoy no.

Aquella noticia que Doña Marta Palacios dio a nuestro héroe implicaba que esa noche no tenía sus gafas. El problema del tornillito que sujeta las patillas es una carga que seguramente conocerá bien todo miope o hipermétrope. De vez en cuando se suelta, quedando las gafas pendientes de un lado sobre la nariz. Las ópticas solían arreglarlo de forma gratuita y en el momento, pero en este caso no fue así. Nuestro protagonista, que solía usar unicamente en casa sus gafas, confiando usualmente en las lentillas, no podría en principio ver la televisión ni leer nada hasta que se acostase. Pero no, tiempo atrás tuvo la recaución de encargar unas gafas de repuesto. En realidad eran los cristales de unas gafas cuya montura se rompió encajadas como buenamente se pudo en una montura diferente. Esto le permitía siempre poder hacer su vida con comodidad, pero esas gafas tenían un problema: Al ser cristales pensados para otra montura y encajadas en una de pasta deformada por el calor, se habían quedado con una estructura superior que hacía que la ara de encima de los cristales pareciese un ángulo obtuso con la punta hacia arriba. Consecuentemente, le daban una expresión muy extraña que quienes la veían describían como de esos perros con la cara triste, como los basset hound. Por ello a Fran no le gustaba llevarlas y procuraba no salir de casa con ellas. Y su Juan no le ayudaba precisamente a pasar el trago:

-Hazte un selfie con ellas, que Carolina las vea.
-¡Y una polla como un cuello! En cuanto tenga pasta encargaré otras lupas. Estas no me valen ya ni para casa.
-Hombre, teniendo repuesto para qué vas a gastar más. Venga dame tu cámara.
-Ni se te ocurra, cabrón.
-Mira, hasta Diez va a verte, no te reconoce. Igual te toma por un basset. Por favor, déjam una foto.
-Que no me da la gana hacer de payaso triste para ti. No me hagas estas horas hasta que abra la óptica más difíciles.
-Fran, hijo, eres muy intransigente. Si estás graciosísimo. Yo quiero que me hagas una foto grande así par ponerla en mi carpeta -dijo Doña Marta.
-¡No me da la gana y menos con el argumento de que estoy graciosísimo! Estoy hasto de imprimirte fotos.
-Te faltan las orejas y podrías pasar por un hombre perro.
-¡Vete a la mierda! Y qué despacio pasa el tiempo cuando uno quiere. Voy a estar contando los minutos hasta que abra la óptica.
-Pues quedan diez horas, Fran.
-Suerte que pasaré ocho de ellas durmiendo.
-O igual aullas a la luna, como hacen a veces los perros.
- En cualquier caso va a ser una laaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaarga noche.

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