miércoles, 20 de enero de 2016

El caldo.

Unos días después de tomar los callos fatales, Juan Gordal también enfermó del estómago. Como era habitual en él, enfermó con especial virulencia. Casi no podía levantarse de la cama, y las pocas veces que lo hacía no parecía ser capaz de más que vomitar y de ir al baño.

-Joder, qué mal me encuentro. Hoy paso de comer.
-Es lógico -dijeron Doña Mrta Palacios y Fran-, pero algo tendrás que tomar. ¿Quiéres que te traigamos algo?
-Sí, Acuarius.

La bebida isotónica, como Juan había supuesto, le mantuvo hidratado y bien. En un solo día, ya pudo levantarse.

-Joder, los callos esos estaban decididamente malditos. Hoy comeré poco -dijo Juan, y a la hora de la comida lo concretó trayéndose un brick de caldo.
-Bueno, bien pensado, que todavía no estás par muchos trotes.
El caldo ayudó a Jun a recuperarse y aquel día tomó alimento. Pero a alguien no le gustó la idea:

-¡A quién se le ocurrirá traer un caldo de sobre, con lo bien que se preparan en casa! -dijo Doña Marta Palacios al día siguiente cuando buscaba leche para el desayuno y apareció el brick.
-Lo sabía -pensó Fran en voz alta -. Hombre mamá, no había ingredientes y juan...
-¡Pues me los pide a mí en vez de hacer la paletada! ¡¿Pero vosotros creéis que tenemos sitio aquí para algo así? ¿Y que se puede consumir? ¡A quién se le ocurrirá!
-Joder, mamá, no creo que sea tan horrible cuando hasta en Lardhy lo venden.
-¡Pues os vais a Lardhy! En mi casa no se toma eso.
-Pero mamá, si ya se ha consumido casi y le ha venido muy bien.
-Yo no sé cómo se os ocurren estas cosas.

Al oír la bronca, Juan se levantó y explicó a Doña Marta la situación.

-¡Y para curarte la tripa se te ocurren cosas de fuera! ¡No cabe en cabeza humana!
-Joder, mamá, no hay para tanto -dijo Fran-, se trae de fuera todo. Y el caldo es más cómodo sí que preparado...
-¡No me vengas con esas! ¡Nunca se ha hecho! Se trae una gallin, cebolla, y puerrros y...
-Es lo mismo, pero de fuera. Es como el puré de patatas, el tomate frito...
-¡¿Y me véis que yo lo traiga?! Me dejáis perpleja.
-Sí, es verdad, nos lo traemos nosotros.
-Y dejáis aquí los envases, y...
-Bueno, mamá, pues hazte tú también el aceite de oliva.
-¡Claro que lo haría! Cuando tenga dinero me podré una almazara y nunca, NUNCA, traeré nda de fuera.
-¡Joder lo que es el prejuicio! -dijo Fran.


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