Coincidiendo con la época de la Semana Santa, en que muchas
cadenas de televisión, suelen recuperar las viejas películas
religiosas y de romanos de Hollywood, nuestro héroe oyó una
noticia que le sacó de quicio. Como sabrá cualquiera que conozca
a nuestro héroe, entre todas las películas de este tipo, Rey de Reyes,
La Historia más Grande Jamás Contada, Los Diez Mandamientos
y un larguísimo etcétera había una que nuestro protagonista
consideraba una de las cimas del cine: Ben-Hur. Y era
precisamente ésta de la que en Hollywood habían decidido hacer
un remake. Un remake completamente innecesario, un remake que
siempre quedaría a años luz del original, y que además rezumaría
a buen seguro píxeles y ordenador por todos su poros.
-Bueno, ya sabes que no me gustan los remakes -dijo Doña
Marta-, pero no es diferente de lo que hace poco hicieron con
Noé, con Los diez mandamientos...
-No creo que sea lo mismo, mamá. Esas películas eran otra visión
sobre esos episodios bíblicos, pero no pretendían ser remakes de
las antiguas. Y la de Moisés era una buena película.
-Y además, los remakes puede pasar dos cosas: o que metan más efectos de los necesarios como tú
dices, o que se queden pobretones para ahora. ¡Y además poner a un guapito de Hollywood de ahora
se carga todo el efecto de la peli antigua -intervino Juan.
-Pero ahora, ¿cómo se puede hacer una carrera de cuádrigas sin que quede artificial? Y aunque la
hagan, para que se distinta de la original.
-Bueno, Fran, lo hacen con una de tus películas favoritas, pero ha sido lo mismo con Psicosis,
La Mosca, El cabo del miedo...
-Pues que no lo hagan más. Me cago en los remakes. ¡Quién me iba a decir que después de ver a
todas horas ese cine una semana iba a defender las pelis de romanos religiosas.
-Pero la gente ve los remakes hijos. Los hacen porque funcionan.
-Pues por eso, que no cuente con mi dinero ni mi tiempo -dijo Fran.
-Pero no ahora -sentenció Juan-, en ningún momento.
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