martes, 1 de marzo de 2016

Y era lo más lógico

-Bueno, y hemos llegado -dijo Juan Gordal a Fran-. Pues nada, saca tú a Diez y yo me pongo a preparar la cena.
-Sí, hoy mamá venía tarde ¿no?
-Pues sí, pero ya nos apañaremos.
-Diez -gritó nuestro hombre-, Diez... ¿Diez?
-¿Qué pasa? ¿No está?
-No viene.
-¡No me digas que te lo has dejado por ahí otra vez!
-No seas cabrón, que la última vez que salió tú venías conmigo.
-Pues tampoco están su correa ni su collar. ¡Te lo has dejado! ¿Cuántas veces va a ocurrirte?
-Juan, no insistas, que me estoy cabreando -respondió Fran haciendo un enorme esfuerzo por contener su ira.
-¡Y encima te cabreas! Seguro que está en el supermercado. Voy a por él.

El mayor de los hermanos salió por la puerta, y nuestro protagonista se quedó en casa supuestamente haciendo la cena, pero no podía dejar de pensar en el perro y sus complementos. Los buscó una y otra ves. Cuando pasados diez minutos Juan volvió, venía solo.

-No estaba allí, claro, lo habrá recogido alguien ya, es para darte de bofetadas.
-Oye, contrólate un poco ¿eh?

En este punto un sonido vino de la cocina captando la atención de los hermanos. Algo hervía en la olla express. ¡Y ninguno la había puesto!

-Joder, espero que seas consciente de lo que eso significa -dijo Fran.

Solo un minuto más tarde, llegó la confirmación definitiva: Doña Marta abrió la puerta, y traía a Diez con él. En efecto, por algún motivo la madre de nuestro protagonista había salido antes, y había llevado ella a Diez a la calle. ¡Y los dos hermanos, en vez de suponer eso, casi llegaron a las manos!

-¿Cómo es que estás aquí mamá?
-Pueshijosegúnosfuisteismellamóunademisamigasqueveníanquesehabíapuestoenfermayentoncesyo
yanohesalidoporloqueherecogidoyhetraídolacomprayhorameibaconDiezperovosotrosyaahabéisllega
doytendríasisquehabersacadoaDiezperoyano...
-Ya ves, Juan, su amiga enferma, pero ella está tan bien como siempre.
-Sí, te pido perdón, Fran te he acusado de forma prematura y temeraria. En fin ¿qué has hecho de cena?


En este punto nuestro protagonista recordó que no había hecho nada al respecto. Se hbía puesto a buscar las cosas de Diez y eso se le había pasado.

-Pues lo siento, pero solo tenemos lo que haya en la olla.
-¡Yo a ti te mato!¡No se puede dejar nada en tus manos!
-¿Ya estamos otra vez? Tú has metido la pata tanto como yo.
-Buenohijosallísólohayunaverduraahoraharemosunoshuevosoalgonoosovolváisapelear...
-¿No te da vergüenza que tu madre tenga ahora que ponerse a trabajar?
-Mira, Juan, vete a la mierda. El caso es quejarse de mí.

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