miércoles, 16 de marzo de 2016

En vez de dos pastillas, cuatro.

-Bueno -dijo la veterinaria-, ya va bajando la hinchazón en el cuello.

Nuestro protagonista respiró tranquilo. Diez llevaba una semana de tratamiento para aliviar el mal de glándulas salivales que padecía. Oír aquello supuso un gran alivio para Fran, que estaba harto de no saber cómo hacer que el perro ingiriese las pastillas y tuviese que hacerlo su hermano.

-Ya no necesitarás más inyecciones, Diez -dijo la veterinaria mientras examinaba al perro, confirmando en apariencia las impresiones de nuestro protagonista.
-¿Entonces, acabó el trtamiento? -preguntó Fran.
-Bueno, verás, Diez ya tiene una edad. Y entonces pues el corazón igual necesita un estímulo...
-¿ Y entonces?
-Bueno, yo os aconsejaría que les dieseis estas otras pastillas.

Fran se echó las manos a la cabeza. Le quitaban unas pastillas y le mandaban otras ¿cómo encajaría Juan aquello? Afligido se dio la vuelta y cuando ya se iba la doctora le paró:

-Espera, que no he terminado. El antiinflamamatorio se lo dais en casa con estos comprimidos.

Fran no podía creerlo: había pasado de dos pastillas a cuatro. Será verdad que Diez ya tira para viejo, y habrá que acostumbrarse a ello. Pero no sabía cómo iba a hacer Juan para darle las cuatro.


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