miércoles, 30 de marzo de 2016

Exigencias del guión.

Aquella mañana, nuestro protagonista se miró al espejo. Casi como acto reflejo cogió la espuma de afeitar y la cuchilla y se dispuso a afeitarse... Recordando en el último minuto que no debía hacerlo, que por exigencias del guión de una película en la cuál quería participar como extra, se estaba dejando una barba que ya comenzaba a ser tupida. Sin ser molesta, notaba veces cómo se erizaba y atrapaba pelusas, y no terminaba de verse cómodo con ella. Los del rodaje además no le llamaban y ya debía empezar pronto.

-Pareces un hipster -le decía Juan Gordal una y otra vez.
-Ya sabes que no me gusta esa gente, Juan. Guárdate el comentario.

La verdad es que no había pensado en ello, pero esa barba de una semana no le gustaba demasiado a nuestro hombre, se sentía incómodo, y encima ahora le comunicaban que se parecía a una tribu urbana de la cuál no tenía muy buena opinión. Si no le llamaban de la película sería absurdo el esfuerzo que estaba haciendo.

-Bueno, las veces que has sido extra te ha gustado el trabajo ¿no? Esto es lo que conlleva representar un papel -dijo su hermano
-Es cierto. Pero no dejo de pensar si a mí me cuesta esto, cómo lo habrán pasado actores que han perdido o ganado treinta kilos, o se han musculado para poder hacer ciertos papeles.
-Bueno, no quieras y convertirte en Robert de Niro en Toro Salvaje.


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