-
Ya sabéis-dijo la Tía María Cristina-, de cenar sólo un cuarto de
manzana.
-Tía,
ya te la hemos cuidado otras veces, sabes que volverá mejor de lo
que la has dejado.
Un
año más, la Tía Maria Cristina se marchaba de vacaciones dejando a
Malita, su perra, al cuidado de los Gordal Palacios. La perra
ya tenía 15 años, pero se la notaba rebosante de salud. Sin
embargo, pronto comprobaron los hermanos que los años no pasaban en
balde, y que con el calor se quedaba más aplatanada, además de
andar menos.
-Bueno,
ningún año ha sido muy andadora -decía Juan.
-Aparte
de que Diez tampoco quiere llegar ya al Retiro.
Lo
cierto es que ambos animales solo caminaban ya hasta el parque que
había al final de la calle donde vivían nuestros protagonistas, y a
la vuelta la perra se echaba rendida en el suelo.
-Pobrecita
-dijo Doña Marta Palacios-, está hecha una abuelita.
-Bueno,
vamos a cenar y preparar las cosas -pensó nuestro hombre.
-Pero
dice mi hermana que sólo le demos un cuarto de manzana.
-Pues
se lo daremos.
Así
lo hicieron, pero los Gordal Palacios observaron con asombro que por
primera vez la anciana perra daba muestras de verdadera energía: ¡Se
peleó con Diez por una salchicha! Los separaron y Juan tuvo
la idea más lógica viendo aquello:
-Vamos
a darle salchichas a ella.
La
perra devoró tres salchichas, y parte de unos restos de callos que
quedaban en la nevera. Y luego se puso a jugar con su muñeco. Diez
se acercó, pero tuvo que forcejear con ella.
-A
ver si no va a ser tanto que está mayor como que le dan poco de
comer -dijo nuestro protagonista.
-Bueno,
les ha llegado a los quince años. No creo que esté mal cuidada
-contestó Juan.
-Ahora
la vamos a sacar un poco -dijo Doña Marta-. Los perros salen por la
noche taambién.
Pero
entonces Diez y Malita volvieron a echarse en sus
colchonetas y parecían incapaces de volver a moverse.
-No
sé si dejarlos ahí o darles una salchicha si bajan -dijo Doña
Marta.
-La
verdad parece de coña que solo se hayan movido con eso.
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