miércoles, 28 de septiembre de 2016

Nadie está libre.

-Pues no sé si alguien debería indicárselo -dijo nuestro protagonista a Alvarito y Carolina Gordal en aquellas gradas.
-Es que lleva todo el culazo al aire -añadió Cárol.

Nuestros amigos hablaban del gordo que se había sentado delante de ellos en aquella feria de la cerveza. Como últimamente le pasa a mucha gente entrada en kilos, los pantalones dejaban ver el principio de su raja. Fran y sus allegados discutían sobre si debían hacérsel notar o no.

-No es que se intuya levemente, es que es todo el canal -dijo Cárol.
-Yo me solidarizo un poco con él -añadió Alvarito-, porque a veces al agacharme me pasa.
-Y a mí -sentenció nuestro protagonista-, pero es que lleva así como veinte minutos.
-A lo mejor también haríamos bien en dejar de comentarlo -dijo Cárol.
-En eso tienes toda la razón. Aprovecharé para ir al baño -dijo nuestro protagonista.

En mitad de la escalera, Fran perdió por un momento la cartera que llevaba en las manos. Cuendo se agachó a recogerla, un niño gritó a voz en cuello:

-¡Ja, ja!¡Le he visto el culo a ese tío.

Nuestro protagnista se ajustó bien los pantalones, y comprobó lo mal que había estado haciendo al hablar del hombre anterior. Nadie está libre de esas cosas. ¡Y encima ya los niños le llamaban tío! Se hacía mayor.


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