lunes, 16 de octubre de 2017

Viejos pedantes.

-¡Por fin, Fran! -dijo Juan Gordal-. ¡Ya puedo decirlo!
- ¡Qué algre! ¿Te ha dicho buenos días una tía?
-No, es que le han dado el Nobel a Haruki Murakami. Es la primera vez que dan un Nbel a uno que ya haya leído.
-Pero si tienes las estanterías llenas de Saramago, Cela, Vargas Llosa, García Márquez...
-Sí, pero esos los leí después de que recibieran el premio. Pero por primera vez podré decir que conocía al que ha recibido el Nobel este año.

Fran entnces cayó en la cuenta de que su hermano se las daba de muy leído y escribido por aquello. Estaba tan exultante que nuestro protagonista no quería romper su alegría. Pero luego pensó en lo pedante de dárselas de culto por aquello y contraatacó:

-Bueno, Juan, pues siento que ya seas tan mayor.
-¿Cómo?
-Piénsalo bien, desde los 16 años llevas leyendo literatura y nunca te había pasado eso. Me consta que conoces mucho mejor que la mayoría de la gente las técnicas narrativas más variadas. Y aun así hasta ahora no le habían dado el Nobel a uno que conocieras. Está claro, eso pasa cuando uno es viejo, no leído.
-¡Serás hijo de la Gran Puta!
-No, no, leído, yo conozco a los nóbeles de otros años, no al de éste.
-Eres un cabrón. Luego te quejas cuando yo te chafo las ilusiones.
-Bueno, te queremos igual, el mundo necesita también viejales pedantes.
-Y canallas como tú.

Fran disfrutó viendo a su hermano tragarse la ira. Luego le pediría perdón por hacerle rabiar. Pero por una vez que putear fuese en ese sentido no iba a pasar nada. En el fondo es com un crío, pensaba para sí nuestr héroe.

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