quehayqueponerlaparacenarynoquiero
queserompayomepreocupomuchopormisplantas
notienenellaslaculpadelodesorganizadaque
seaytúytuhermanoquesoismuybrutossois
capacesdecargarosla... -dijo Doña Marta Palacios a nuestro
héroe.
capacesdecargarosla... -dijo Doña Marta Palacios a nuestro
héroe.
-Joder, mamá, si nunca te acuerdas de
ellas para nada y ahora...-comenzó a decir nuestro protagonista y de
pronto se le heló el pensamiento al reconocer la planta-. ¡Pero si
es la que te tragimos Juan y yo que no era más que una hoja mustia!
Y es que parecía increíble, pero
Doña Marta había logrado que creciera hasta el punto de que ahora
medía entre 20 y 30 centímetros, había desarrollado nuevas ramas,
florecía... Además estaba en una maceta mucho más grande de
aquella en la que Fran recordaba haber visto a su madre instalarla,
y la planta iba camino de llenarla. Nuestro hombre recordaba
perfectamente que él y juan la había recogido casi de broma un día
que la vieron tronchada en un parterre y casi por tomarle el pelo a
su madre a la que le gustaban mucho las plantas, pero que no lograba
que le crecieran. Pero sin embargo por la maceta, por la tierra, por
su aspecto... Era evidente que ésta la había cuidado y había
logrado sacarla adelante.
-Esqueparecequenooscreáisquepuedahacernadaaderechasnicuidarnadaquemeregaléispuesmirahijo
éstaplantasólonecessitabaunpocodecariñoycuidadoyencuantoselohedadoseharecuperadodemaravilla
queparecequetuhermanoytúsólopensáisentomarmeelpelo...
Esta vez nuestro protagonista debía
cerrar el pico y reconocer el mérito de Doña Marta. Juan y él se
habían quedado con un palmo de narices y habían comprendido que
todo el mundo merece algo de crédito y apoyo cuando se embarca en
algo con ilusión.
-Casi llévatela tú, mamá, que yo no
quiero ni tocarla.
-Cómohancambiadolatornasahoratevestúcomoelmanazasquenoquieretocarlayyocomolaquelocuida
bientendríasquehaberlosabidodesdeelmismomomentoenquetúestásaquíporqueyotehecuidadoyaversi
tuhermanolavecuandollegue...
En ese momento Juan salió de sun
cuarto donde estaba leyendo. Repitió su pregunta habitual antes de
las comidas de aquel día y añadiendo algo:
-¿Queréis un gazpacho? ¿Y de dónde
ha salido esa planta?
-Joder Juan, eres peor que yo, tú ni
siquiera te has enterado de lo que hablábamos mamá y yo.
-Puesyaveisesaplantajuntoconvosotrosesmimejorobrayaveisquecuandomepongosoycapazdecosas
muybonitasquevosotroscrecisteisenmitripayenmismanosytodavíameenseñáisatenerhijosliteralmente
auunquesoyvuestramadrenopadre...
-Es verdad, mamá. Dasme un abrazo.
Y eso dicho por Juan que no era nada
afectuoso en sus ademanes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario