miércoles, 29 de agosto de 2018

La cerveza de Schrodinger.

  Juan salió de casa insistiendo en martirizar a nuestro protagonista reppitiendo una y otra vez la necesidad de llevar bien la dieta. Sin duda, ambos habían ganado peso, pero Juan no dejaba el tema ni un minuto:

-1500 Kcal, Fran. Eso es lo que tienes que comer cada día. Y hay que hacerlo bien, porque podemos. Ya lo hicimos una vez.
-Bueno, a mí me da mucha fuerza el ver que los ejercicios que empezamos los voy dominando.
-Eso es lo der menos, si no se te ve adelgazar, nadie va a indagar a ver si te cansas o no con las pesas. Y no perdemos porque tomamos demasiadas cervezas, da igual lo que extremes la dieta si te bebes luego doce jarras.
-No me bebo doce, entre otras cosas porque no gano tanto dinero.
-Esto es otra cosa que te tienes que quitar, no vayas por la calle aireando tus defectos. Que se vean tus virtudes.
-Bueno, pero ya sabes que para octubre podemos tener trabajo fijo ambos. Tenlo en cuenta y no lo dejes pasar.
-Mal otra vez, estás aireando que ahora mismo eres un parado.
-Joder, Juan, cansa un huevo hablar contigo de cualquier cosa.
-Y ahora estás aireando mis defectos.
-No, Juan, son tan visibles como que estas gordo y eres un pesado.
-Pues eso que lo decida la gente. Nunca debes ser tú quien lo pregone.
-Bueno, ¿quyé tal si hablamos de cosas que sepamos? ¿Qué tebeos buscas?
-Cuando lleguemos a la tienda pensaré.

Pero esa tarde Juan no encontró ni los tebeos que buscaba, ni unos pantalones de su talla. Eso le sumió de nuevo en su desesperación y su diatriba.

-¿Ves cómo estamos gordos? En fin. ¿Quieres una caña?
-Ya hemos hablado de que no deberíamos. Por mí no. Decide tú si quieres.
-Bueno pues no.

Diez minutos pasaron en un silencio incómodo, roto de cuando en cuando por las murmuraciones de Juan.

-Encima ni hemos tomado una cerveza, que me hubiera venido muy bien
-¡Pero si eres tú quien decía que no debíamos tomarla! Y lo he dejado a tu elección.
-Tú no entiendes nada cuando hablo y así nos va.
-No, la verdad es que esa paradoja de la Cerveza de Schrodinger no la entiendo.
-Y encima eres un pedante.
-¡Y tú estás preginando nuestros defectos, lo que has dicho que no se debía hacer!
-Es que no me entiendes...
-Para nada. A qué negarlo.

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