-En realidad, el plato fuerte, la
carne, las legumbres son las mismas en todas partes, solo varían las
especias, las preparaciones...
Fran y Juan Gordal conocían esa
tienda, que era como un supermercado pero de productos propios del
sudeste asiático, llevada por dos personas de aquella región,
probablemente de Bangladesh. Muchas veces habían pasado por ahí a
ver qué encontraban. Habían conocido especias como la cúrcuma,
frutos como el babobab, y algunas veces preparaciones desconocidas de
carnes y pescados. Pero el plato fuerte era la misma ternera,
sardinas, etc.
-Hombre, son humanos. No van a comer
tortiugas extraterrestres de esas de enemigo mío.
-Pero algún ave extraña, alguna cosa
que no tengamos aquí...
-De eso las especias.
Entonces nuestro protagonista reparó
en una cámara frigorífica que había escondida en una esquina de la
tienda y que nunca habían mirado. Estaba apartada del camino lógico
que seguiría una persona por el recorrido de aquella tienda. Un
rincón apartado, fuera del pasillo que formaba la disposición de
los productos de la entrada a la caja. Parecía un rincón oculto.
Fran preguntó a la dependiente:
-¿Qué hay ahí?
-Pescado -dijo aquella chica de
apariencia hindú.
-¿Pero qué pescado?
-De río y mariscos.
-¿Puedo verlo?
-Claro.
Nuestro protagonista miró a través
del tope transparente de la cámara frigorífica, y en efecto había
peces rígidos congelados. Pero no eran truchas o barbos. Por primera
vez Fran vio lo que le extrañaba no haber visto en aquella tienda:
eran peces exóticos de los que sólo se veían en documentales del
amazonas y ríos exóticos: peces gato, de colores, con dientes
sumamente aparentes... Y del tamaño cada uno de un hombre desde la
cintura hasta la cabeza. Estaban bien clasificados, señalados y
etiquetados, eso sí, y Fran leyó de dónde venían: Zimbabwe,
Birmania...
Eran los peces que salían en los
documentales de Monstruos de río.
-Sí que tenían cosas raras, sí
-dijo nuestro protagonista-. Pero nadie se llevará un bicho de este
tamaño y congelado si no tiene un restaurante.
-Pues no has visto lo que hay aquí,
Fran -le dijo Juan-. Caracoles gigantes, pulpos de colores, cangrejos
de formas inverosímiles...
-¿Podemos comprar algo?
-Otro día, parece que los precios no
nos convienen -dijo señalando una etiqueta.
-Vaya, o sea que tanto buscar, y
cuando por fin encontramos cosas raras están caras.
-No me parece raro. Por la forma el
bicho este podría ser de Marte.
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