miércoles, 24 de octubre de 2018

El hombre del trabajo tranquilo,

-Pueden pasar, la entrada es libre -dijo aquel hombre a nuestro protagonista y a la tía Maria Cristina.
-¿Pero qué tienen aquí ? -dijo la Tía-. ¿Sólo monumentos?
-Sí, no suele venir mucha gente.

El Panteón de hombres ilustres de Atocha era uno de los monumentos más interesantes, pero aparentemente menos vistados de la ciudad de Madrid. Durante el siglo XIX, el siglo del nacionalismo, en el que se intentaban construir las identidades nacionales de los diferentes países europeos, el de nuestro protagonista tuvo la idea de reunir en un gran panteón a las figuras de su historia. Tras muchos avatares históricos, al fin, en 1891, se empezó a construir cerca del convento de nuestra señora de Atocha el proyecto del arquitecto Fernando Arbós y Tremanti . Aunque la idea inicial quedó muy devaluada, lo cierto es que el bonito edifico neobizantino acoge los restos de varios políticos importantes del siglo XIX y principios del XX como Cánovas del Castillo, José Canalejas, o Agustín Argüelles. La tía y nuestro protagonista habían entrado de casualidad, y eran los únicos en pasearse entre los monumentos funerarios. Sólo una señora de la limpieza fregando, y aquel conserje rompían la soledad de los ilustres enterrados.

-¿Y ese conserje, si la entrada es gratuita, qué pinta aquí? -dijo nuestro protagonista.
-Pues vigilará que nadie rompa nada.
-La verdad, tiene un trabajo envidiable.
-No sé, Fran. Son muchas horas solo entre muertos, aunque sean ilustres.
-Bueno, también está la señora de la limpieza.
-Pues ya ves. ¿Quieres pasarte la vida limpiando y leyendo el Marca?
-Me gustaría, y además daría tiempo para estudiar y aprender cosas. Por no hablar de la inspiración de tantos personajes ilustres.
-Bueno, si eres capaz de soportar vivir todos los días entre muertos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario