Fran observaba aquel
reportaje mientras desayunaba. Abundaba en algo que nuestro héroe ya
conocía: un forense de la policía explicaba que en la vida real,
recoger muestras orgánicas en escenas de crímenes era mucho más
difícil de lo que sugerían algunas películas y series policiacas,
especialmente las de la saga CSI.Además
de que el material no siempre funcionaba como era necesario, en la
vida real, por lo visto, es muy frecuente que la muestra esté
degradada, o que incluso aportando información, esta no resuelva
nada del caso, algo que nunca sucedía en esos telefilmes.
-El
fenómeno del cuñadismo parece que también afecta a la policía
científica -dijo Fran a Doña Marta que le acompañaba en la mesa.
-Ajhijoyoestoytodavíasobrecogidaporelreportajeanteriordedoshamponesdegollandoaunniño
pequeñocomovenganzaaversicientíficamenteocomoseacogenaesagentuzaquenosepuedesertancanalla
yencimadecíanenElPadrinoquesielcódigodehonorytal...
-Ya
ves, mamá, no hay que confundir realidady ficción. Los asesinos de
ningún tipo tienen glamour en la vida real.
Entonces
el telediario habló de la pesca furtiva de tiburones, para cortarles
en vivo sus aletas, lo único que se aprovechaba, y devolver el
animal agonizante al mar, y de un reportaje parecido sobre como
algunos millonarios se hyacen buscar y acorralar animales selváticos
`para pegarles un tiro a bocajarro sin saber ni calibrar la escopeta.
-Igualito
que la caza y la pesca que se ve en las películas de aventuras, sí.
-HijoelpropioNelsonMandelarotestócontraesaprácticadiciendoquesupadrehabíasidocazadordeleones
deverdadqueibaconlasmanosdesnudasyunalanzaaenfrentarseconelanimalenlaselvaqueestonoescazaniesnada...
-Pues
parece que los millonarios horteras como el Blesa son muy fans de esa
práctica.
A
continuación, la televisión mostró un barco factoría japonés
despedazando una ballena. Fran pensó en todas las veces que había
disfrutado leyendo Mobi Dick,
y comparando a aquellos balleneros decimonónicos que en barca y con
sus propias manos se jugaban la vida por un montón de productos
sumamente necesarios en esa época, con aquellos cazadores
industriales que cuentan con todas las ventajas a su favor, y que
están exterminando algunas de las criaturas más valiosas del mar
por una carne perfectamente sustituíble en la dieta del hombre
moderno. Parece mentira
-pensó-, ¿no hay nada que gane de la realidad a la
ficción?
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