viernes, 20 de marzo de 2020

Digerir la historia.

Otro día amanecía sobre la ciudad donde vivía nuestro protagonista. Pero era un día muy extraño, como lo eran todos desde hacía un tiempo. Se despertó a la vez con ganas de moverse y de hacer cosas y con un enorme cansancio a cuestas. Saludó a su madre:

Buenos días, mamá. ¿Cómo lo llevas?
Con mucha rabia, hijo. Esto no lo hubiera imaginado en mi vida.
Se te nota, ni siquiera hablas con tu torrente de voz actual

Nuestro protagonista pensaba en las cosas que podría hacer: ordenar la casa, buscar trabajo (aunque para qué si la actividad económica estaba completamente parada), leer... Cualquier cosa que mantuviera su cabeza ocupada hasta las 12:00, hora en que haría su programada rutina de ejercicios para el confinamiento. Mientras vio las noticias en el ordenador: la pandemia que tenía su ciudad y el mundo en esas condiciones no aflojaba. Aquel día habían muerto en su ciudad más enfermos de aquel mal que de todas las demás causas juntas.

Ven a oír la misa, hijo, a mí me levanta la moral.
Somos personas diferentes, mamá.
Nuestro protagonista se consumía sin nada que hacer, pensando en algo que le levantara la moral, en cosas que hacer cuando todo pasara... En los últimos días si tenía algo bueno a lo que agarrarse: se había pesado y seguía su progresión. Ya andaba cerca de bajar de 100 Kg. Con ese ánimo llegó a las 12 y llamó a Juan Gordal.

Vamos a entrenar, Juan.
Sí, Fran. ¿Cómo lo llevas?
¡¿Cómo voy a llevar no poder salir de casa y ver continuamente que el mundo va a peor?!
Pues yo en cambio, cuariosamente es cuando mejor me he sentido en el año. He tenido catarros varios y cuando viene esto estoy bien.
Tú siempre fuiste un ser especial. Te sientes mejor cuando el mundo está jodido.

Y así, en esta peculiar espiral, llevaban nuestros protagonistas más de una semana sin vislumbrar el final. Fran algunas veces se había preguntado como debíó vivir la humanidad durante ciertas catástrofes que había estudiado en la historia. Ahora lo vivía en primera persona. Y veía que quizás, la historia no es tan buena cuando uno la vive en primera persona.

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