Fran
y Juan Gordal andaban por la calle sin prestar atención a lo que les
rodeaba cuando el lamento de un niño de corta edad los sacó de sus
pensamientos:
⸺Pero
papá, que nosotros no hemos tocado el ordenador. Pregúntaselo a
Nuria.
⸺Bueno,
mira, que hayas sido tú o tu hermana, me da igual. El caso es que
los archivos del trabajo que tenía organizados se han dispersado y
ahora a ver cómo los reúno.
⸺No
estaba en su sitio, y el ordenador no funcionaba bien, papá ⸺dijo
la niña.
⸺Dejad
el tema, que me estoy cabreando.
Los
dos hermanos lo obserbvaban pensando en qué podrían haber hecho los
dos pequeños con el aparato que preocupaba a su padre.
⸺Le
han tocado cosas profesionales ⸺dijo nuestro protagonista ⸺.
Cosas de críos.
⸺Por
eso es importante que los niños no usen más de la cuanta los
aparatos tecnológicos.
⸺Y
a ver si luego lo puede arreglar el hombre sólo.
La
pequeña Nuria, la niña, cuyo nombre habían oído hizo una petición
surrealista a su padre:
⸺Papá,
si me dejas yo te recupero los pedidos y entregas que tuvieras en el
ordenador
⸺Mira,
hija, sé que lo dices con buena voluntad, pero con esto lo que estás
logrando es que me cabree aún más. No te acerques al aparato, por
favor.
⸺Es
que tú siempre dice que es de todos pero nunca medejas utilizarlo.
⸺¿Y
no has visto hoy por qué?
Nuestros
dos protagonistas reían mientras veían a la niña razonar con
pensamiento infantil con un adulto. Nuestro protagonista sacó una
con clusión:
⸺Dentro
de todo, menos mal que parece que el mal que hayan hecho se queda en
familia y en casa.
⸺Sí,
que podrían haberlos chantajeado o quién sabe qué. En fin, con los
aparatos que cada vez haya, los críos parece que siempre serán
críos.
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