domingo, 1 de marzo de 2020

Carol por muchos años más.

Otro año más, Carolina gordal celebraba su día grande. Y como siempre desde que dejó la casa materna, era una gran alegría para el resto de su familia. Alvarito y ella habían tirado la casa por la ventana preparándoles una comida llena de sorpresas. Todos los invitados, Juan, Doña Marta Palacios, la tía Maria Cristina, el tío Paco, y por supuesto, nuestro héroe, quedaron asombradísimos de uno de los platos:

¿Y vais a tirar esta hogaza donde servís la sopa de almejas? ⸺preguntó nuestro protagonista.
No sé si la tirarán, pero la sopa está de cojones ⸺dijo Juan.
Está claro lo que haríamos en mi pueblo, migas ⸺terció el tío Paco.
Pues esperad, que es sólo el principio ⸺dijo Alvarito sonriente.
Los Gordal Palacios estaban hasta ligeramente avergonzados pensando en que eran ellos los que venían a hacer un día especial a sus dos anfitriones y ellos eran sin embargo los que preparaban un auténtico festín. Después de las chuletas de cordero que sirvieron de segundo plato y una tarta preparada por Alvarito con sus artes de repostería, Fran se sintió ridículo soltando sus presentes para su hermana:

Pacharán y tahín, Cárol
Ahí va también lo mío.

Cuando Doña Marta y los dos tíos de nuestro protagonista entregaron sus regalos, en su mayoría ropa y libros, Carolina dijo:

Lo que de verdad me importa es vuestra presencia.

Casi con lágrimas en los ojos, nuestro personaje pensó que no, justo al revés, que lo que hacía grandes los días señalados de Alvarito y Carolina era la alegría que ellos insuflaban siempre que los veía. Y de pronto pensó que trener un trabajo a su gusto, y poder al fin llevar las cosas como quería no debía estar tan lejos.

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