—Mira, Fran. Por fin lo he encontrado. Y está barato, a 8 euros. Lo voy a pillar —dijo juan Gordal en
El mayor de los hermanos adquirió el nuevo ejemplar y henchido de satisfacción volvía a casa contando a su hermano las excelencias de la novela, aún más después de que Fran le confesara no haberlo leído. La mezcla de ciencia ficción, aventuras, crítica... Fran atendía, pensando si lo leería o no, y en lo que él hubiera gastado en ese libro. Más adelante los dos hermanos encontraron otra tienda de libros usados. Fran encontró algo que prefirió callarse, pero su hermano lo vio:
—¡No me jodas que aquí lo tenían a 4 euros!
—Eso me temo Juan, aunque tu edición es seguramente mejor —respondió nuestro protagonista.
—Pero si es la misma. En fin, vamos a casa que me estoy cabreando.
Fran intentó calmar a su hermano dándole conversación, invitándole a una cerveza, alabando su edición. No hubo manera, pero Juan insistía en que no podía dejar de reponerlo. Llegaron a casa y poco después de cenar Juan se propuso leer su adquisición.
—Fran, ¿donde lo has dejado?
—¿Yo? ¡Pero si lo traías tú!
—Qué buscáispuedoayudarosaversilohevistodecirmequéeshabláisdeunlibronoporquehevistovarios
sobrelamesillaperoyohecogidounonosésiseríaelquequeríaisyoestoyleyendootronosécuálqueréisaversi
vaaserunopequeño...—intervino Doña Marta Palacios.
—Mamá, por favor, dime que no has tocado Pórtico —balbució casi Juan.
—Nohijoeseloteníastútiradoalapuertadetucuartoyyosiempreprocuronotocarnadatuiyoaunqueme
parecíaqueestabamuymalyhabíapensadoendarloenlabibliotecayonosésitúloqueríasonoperosinsaber
yonotoconada...
—Mamá, ese era el viejo. ¿Dónde está el que he traído?
—Mejor que no lo encuentres, Juan, que parece que ese libro está maldito.
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