sábado, 24 de septiembre de 2022

Y todo esto sin tocar

 


Bueno, pensaba nuestro protagonista. Llegó el peor momento posible. Aquella tarde él no
tenía trabajo y Juan sí. Pero era el mayor de los dos hermanos quien esperaba una
notificación administrativa importante. Por tanto Fran tendría que ocuparse del asunto.
Juan había dado una lista de lo que quería, de que igual sus interlocutores no le mandarían
de nuevo las claves para el acceso, de los formularios que Fran tendría que rellenar... Pero
aun así, nuestro héroe era reticente. Ya de ordinario era Fran reticente a mezclarse en
los asuntos de Juan, así que imaginen las ganas que tenía de intervenir en algo que encima
tenía consecuencias. Pero ese trámite tenía un tiempo asignado y limitado, cuanto más
lo pensara nuestro protagonista sería peor. Así que respiró hondo, se sentó ante el
ordenador... Juntar los ánimos para exponerse a la ira de Juan o para meter la pata en
uno de sus requerimientos requería su tiempo. El ordenador se encendió, Fran se dirigió
al correo de Juan... No, no, todavía no, mejor iba a ver primero aquellos artículos de
el AS. Los problemas en el entrenamiento del Atleti, la llamada de la selección, los
próximos grandes combates en el boxeo, lo que fuera antes de enfrentarse al problema.
Ya no había donde escoger. Metió las claves, vio la bandeja de entrada y por fin, la
administración había respondido a Juan repitiéndole los pasos a seguir. Eran los mismos
que habían seguido hasta entonces sin resultado. Nuestro hombre respiró aliviado,
remitió un correo a los interlocutores explicándoles que el procedimiento que les
indicaban ya lo habían seguido para su trámite sin resultado. Y se alejó lo más rápido
posible.

Pero entonces ―dijo Juan al regresar ―, ¿mi plica sigue sin mandar?
Es lo que hay, Juan. Mira tú tu correo a ver si se podía hacer algo más.¡No se puede confiar en vosotros para nada! ―gritó Juan.Dejaatuhermanoquenosabesloquehasufridoestardequehasudadofríoporquenoqueríaexponersea tocarnadatuyosihubierasvistocómohasudadoantesdesentarseenfrenteyelmiedoqueteníaparaélhasido terrible...El caso es que lo mío sin hacer ―respondió Juan y se enzarzó en una discusión con la matriarca
de la familia.

 Pero Fran no podía evitar sentir alivio contemplando la escena. Si aquello se había desencadenado
 sin tocar nada, no quería nuestro protagonista ni pensar lo que podría haber ocurrido de haber él 
metido la pata con su gestión. En adelante, se dijo, lo ideal sería rezar para que siempre que Juan 
le encargara un trabajo pasara algo así. 


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