sábado, 10 de septiembre de 2022

A las dos y media

 


Fran salió decidido a conseguir a quel puesto de trabajo. Había tenido toda la mañana
para prepararse la entrevista, y llevaba las mejores ropas y equipo para ello. Sin
embargo la hora, las dos y media de la tarde, le había hecho cambiar rutinas habituales.

-Ytevasairsincomernadahijoasínovaahaberforma

dequeteconcentresmiraquetenemos

aquípuestalaasaduraestayelarrozseguroqueasíno

tesalebienaunquetúdigasquevas
mejorsincomermedacosapormásqueluegovuelvas... -peroraba Doña Marta Palacios.
-Mejor eso que arriesgarse amanchar el traje, mamá. Me voy decidido para la
entrevista, no creo que salga muy tarde, y comeré a las cuatro.
-Mucha suerte. Recuerda que cuando vuelvas tienes aquí la comida.

Fran al salir pensaba que iba normamelmente a una entrevista, pero el metro a
aquella hora estaba mucho más vacío que en la hora punta. Cuando llegó, de
camino a su cita, vio un monton de gente comiendo en los restaurantes y cafeterías.
Por fin se pllantó ante la puerta donde estaba citado. Llamó al timbre y un hombre
severo, pero cortés le abrió la puerta.

Fran al salir pensaba que iba normamelmente a una entrevista, pero el metro a
aquella hora estaba mucho más vacío que en la hora punta. Cuando llegó, de
camino a su cita, vio un monton de gente comiendo en los restaurantes y cafeterías.
Por fin se pllantó ante la puerta donde estaba citado. Llamó al timbre y un hombre
severo, pero cortés le abrió la puerta. -Buenos días. Perdona un momento, pero es la hora de la comida, la estamos sirviendo.
Siéntate en esta sala y espera.

Mientras nuestro protagonista esperaba en aquella silla vio cómo los carros de
comida de aquella residencia pasaban ante él, y en algún caso el aroma le hizo
la boca agua. Cuando por fin se sentó a hablar, el hambre ya le atenazaba. Las
preguntas fueron las de siempre. Preparación, experiencia...

Mientras nuestro protagonista esperaba en aquella silla vio cómo los carros de
comida de aquella residencia pasaban ante él, y en algún caso el aroma le hizo
la boca agua. Cuando por fin se sentó a hablar, el hambre ya le atenazaba. Las
preguntas fueron las de siempre. Preparación, experiencia... -Bueno, lo malo es si lo consigues tendrás que quedarte varias horas por la tarde
hasta sacar el servicio -dijo por fin el entrevistador-. ¿Te ves capaz?
-Por título sí, pero nunca lo he hecho.
-Bueno, ya te llamaremos.

Así que todo aquel trajín para lo mismo de siempre. Para eso le habían tenido sin
comer, y para eso se había dado aquel tute. La verdad es que una entrevista a aquella
hora era algo que no deseaba repetir. Ahora a comer rápido a casa , y la próxima vez
a ver si conseguía hacer valer sus deseos en la entrevista de trabajo. Porque ya
sabía Fran que si te decían «ya te llamaremos» significaba que no habías conseguido el puesto.


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