Fran observaba aquella planta encima de la mesa y se debatía entre la alegría por ver a su madre
ilusionada y el recuerdo que tenía de las experiencias anteriores. El limonero había sido su última
experiencia intentando cuidar una planta y, evidentemente, no estaba muy orgulloso de ella. Todos
recordaban cómo había acabado el pequeño frutal.
―Hijosiyotengoexperienciayhecuidadomuchas
deestasfloresdepascuanoquerrásdejarmesinellayo estarépendienteylaregaréyabonarésélaluzque
necesitayomehagocargodeellanovayaasecarsequela quiero...―dijo Doña Marta Palacios. ―Pero es que resulta que todas las plantas que hemos tenido aquí han acabado muy mal, mamá. Y yo creo que tú tuviste ya una así y no duró mucho ―dijo Fran. ―Déjala, Fran. Es una flor de pascua, que a ella le gusta mucho. Que la tenga hasta navidades
―comentó Juan Gordal. ―Ya. De aquí a navidades ya creéis que es mucho para ella. ―Nohijoyaveráscómoyolatengoynopasanadaqueesmuyfácilcuidarlalariegounavezcadadosdías ylapongoensusitioymiraquébonitayquérojaestáyaveráscómolahagocrecerytodoquemelovaisa agradecertodosporlaalegríaquetraerá... Entonces Juan Gordal cogió un vaso de encima de la mesa y movió la maceta que cayó al suelo.
Doña Marta la recogió mientras reprendía a Juan: ―Hijotenmáscuidadoqueyaséquemelahastraídotúperomiraloquehashechobuenonoseharotolamaceta nisehatronchadoyomehagocargodeellaestábiendetierrayesoyvoyahacerqueduremuchoyaversicrece queestoymuyfeliz...―dijo Doña Marta. ―Claro que sí, mamá. En verano estará perfecta ―dijo Juan. ―Lo bueno que tienen las plantas aquí ―comentó para sí nuestro protagonista ―es que los records
de supervivencia son asequibles.
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