miércoles, 6 de noviembre de 2024

Una bolsa de plástico

 

 

Bueno, pues ya
está. Ya he traído
 lo que hacía 
falta —dijo 
nuestro
 protagonista
 al volver de 
aquella compra
 en el supermercado¡Pero te has llevado una bolsa de plástico de aquí! —gritó Carolina.Pues claro. Si la tenía no voy a gastar más.Podrías haberte llevado una de tela como todo el mundo —intervino Juan.¿Pero qué importancia tiene? —preguntó Fran asombradísimo. No se puede ir con una bolsa de plástico a eso.

Nuestro protagonista no podía creerlo. Después de haber comprobado una lista de enseres y
productos necesarios en casa había bajado para traerla con una bolsa que de hecho era de las
mismas que proporcionaba aquel establecimiento. Pero sus hermanos estaban más enfadados
por la bolsa que agradecidos por la compra.

¿No te acuerdas de lo que dijo el Piedrahíta? Esas bolsas sólo valen para suplentes de bolsa
 de basura —le dijo Juan Gordal.Ya no —comentó Fran—, porque el asunto del reciclaje está reglamentadísimo.¿Y qué ibas? ¿Por la calle con una bolsa de plástico vacía colgada del brazo? —le inquirió 
Carolina.Pues sí, no veo que tenga nada de raro. Y además aún tendrá que hacer muchos más usos para
 que el plástico quede amortizado —añadió Fran.Bueno, pues tú no vas a darle más oportunidades —sentenció Juan—. A partir de ahora haces
 las compras con bolsas de tela.Joder, espero que seas igual de estricto con las cosas importantes —comentó nuestro protagonista.Pues sí, la imagen lo es.Vale, pues la próxima vez no iré a la comprar y llenaré todo de plásticos pero quedaré de 
puta madre —concluyó nuestro protagonista. 
 

Pegamento y lejía

 


Bueno, pues ha
 quedado bien 
¿no? —preguntó
 Fran observando 
el arreglo que 
Juan Gordal y 
él habían 
llevado a cabo
 en el lavabo
 de casa.Sí, menos
 mal, porque cuando lo he visto me han llevado todos los demonios. Lo malo es que
 hemos perdido la colonia.

El día había empezado con prisas por varios motivos para ambos hermanos, los que había llevado
a que en la precipitación y el nerviosismo el frasco de colonia buena que tenían ambos hermanos
cayera sobre el lavabo y lo rompiera. Juan comenzó a lamentarse temiendo que fuera necesario
un arreglo de muchos cientos de euros, pero Fran lo vio más fríamente y reparó que sólo se
había desprendido un trozo del borde y que era posible pegarlo con el producto adecuado.
Cuando ambos hermanos tuvieron a mano pegamento del fuerte se pusieron a la tarea y ahí
estaba otra vez el lavabo esplendoroso.

Bueno, Juan. Ya ves que no ha sido tan terrible —comentó nuestro protagonista—. Ahora ya
 ha pasado lo peor.Puede ser, pero yo tengo los dedos llenos de pegamento y tengo que irme a trabajar. Y
 manipular comida.
 

Fran pensó qué productos de los que tenían en casa podían ayudar a limpiar las manos de su
hermano: acetona, alcohol, agua oxigenada... Pero Juan optó por otro más fuerte más apropiado
para otros usos.

¡Pero que eso es lejía! —gritó Fran.Ya, pues es lo que mejor funciona.Como te caiga en la ropa sí que va a haber problemas seriosEso ya lo veremos. Ahora lo que importa es esto. No puedo perder más tiempo.Y esperemos que no pierdas ropa —sentenció nuestro protagonista.