jueves, 28 de noviembre de 2024

El día de no descanso

 

 

Pues yo no entiendo
 cómo Juan ha tragado
 con eso. Te aseguro 
que a mí en mi día 
libre no
 me hacen volver 
a currar ―comentó
 nuestro protagonista
 a Carolina GordalAdemás se había levantado muy ilusionado con su día de descanso, pensando lo que iba
 a hacer y cómo pasarlo ―añadió Carolina.


Juan Gordal iba a disfruta de dos días de descanso, pero sin embargo a las 11 de aquel día
le habían llamado diciendo que si podía cubrir una baja, que era necesario. Se había arreglado
y fue al mismo. Le habían prometido que le darían luego sus dos días libres, pero aun así
Fran y Carolina no entendían bien que aceptara.

Yo les hubiera dicho que me pillaban fuera de Madrid ―comentó Carolina.Eso si no dices la verdad, que es tu día libre y que te lo han jodido.

El caso es que cuando llegó Juan de aquel trabajo no parecía muy molesto. Una vez más
explicó que lo que pasaba es que ahora tendría dos días libres contando desde el siguiente,
tal como estaba pensado.

Pero uno lo tiene ya preparado de un modo y te cambian todo lo que hubieras hecho. No se
 puede consentir ―aseveró Fran.Bueno, es un trabajo y al final tengo los días. No pasa nada.Sólo espero que no te eches fama allí de que eres el que transige con estas cosas y ahora te
 empiecen a cargar todo.No vas a heredar la empresa, Juan ―le dijo Carolina.Bueno, mira, ahora lo que voy a hacer es planificar mi descanso, que doblemente me lo he ganado.Si no te lo joden ―sentenció nuestro protagonista. 


 

Días sin ducha

 

 

Pues la verdad
 es que es
 molesto y 
se siente
 uno raro 
―comentó 
nuestro 
protagonista al
 llegar la tarde de aquel día.Bueno, para ti sólo es hoy. Pero yo ayer dejé también de ducharme ―contestó Carolina.Por lo menos parece que la obra está ya hecha.

Aquel día los hermanos estaban pasando un día extraño tras unas obras en su casa a
consecuencia de unas filtraciones de agua que afectaban a sus vecinos de abajo. El albañil
había sellado las grietas del plato de ducha, con lo cuál teóricamente ya no debía pasar
agua a los pisos de abajo. Pero ahora había que dejar fraguar la silicona y eso suponía no
poder ducharse un día.

Lo jodido es que ni siquiera tengo claro que lo que les pasó a los vecinos viniera de nosotros, 
pero bueno, por lo menos lo han arreglado rápido. Y lo ha cubierto el seguro ―comentó nuestro 
protagonista.Pero nos tienen sin poder usar la ducha y eso repercute en todo, se siente uno raro ―contestó 
Carolina.Bueno, es sólo un día y se puede llevar medio bien. Mañana no nos acordaremos de nada.

Así ocurrió y por fin a la mañana siguiente pudieron ducharse todos en casa de los Gordal
Palacios. Después de que Juan y Carolina hubieran pasado por ello, nuestro protagonista se
dispuso a entrar. Pero entonces alguien llamó a la puerta. Juan abrió:

Hola, soy la vecina de abajo. Mira, que resulta que habéis cambiado la ducha, pero me cae
 agua de la bajante.¡Oiga, eso nos lo podría haber dicho antes!Bueno, a ver si llamáis al seguro porque resulta que está aquí mi madre sola...¡Acabamos de llamar! ¿Seguro que es nuestro?Dice nuestro fontanero que sí.¡Diles al menos que me dejen acabar de ducharme, Juan!―gritó nuestro protagonistaBueno, llamaremos, pero esto nos lo podía haber dicho antes ¿eh?Sí, vale. Tengan cuidado con las cosas del agua ¿eh? ―dijo el vecino y cerró la puerta.¡Que tengamos cuidado! Si no nos dejan ducharnos. A ver si yendo llenos de mierda nos dejan
 en paz de una vez ―gritó nuestro protagonista. 



jueves, 21 de noviembre de 2024

Saúl «Canelo» Álvarez-Dmitry Bivol: triunfo del boxeo control

 


No se esperaba
 esto el Canelo.
 Está acostumbrado
 a dominar él y 
apretar cuando
le viene 
en gana —comentó nuestro protagonista viendo el final del combate entre Saul Canelo Álvarez,
 la gran estrella del supermedio y semipesado y Dmitry Bivol, campeón ruso de esta última
 categoría.Lo malo para Bivol es que tiene un estilo que no gusta a la gente, pero ha boxeado bien y 
ha sido muy inteligente. 


El siete de mayo de 2022 Saul Canelo

Álvarez volvía a boxear en el

semipesado tras haberse
caído la pelea que iba a disputar en

el crucero contra el campeón Ilunga

Makabu. El combate
contra el campeón ruso WBA del

semipesado parecía un buen plan alternativo. Aunque no se dudaba de la categoría de Bivol

todo el mundo veía favorito al mexicano. Pero no fue eso lo que ocurrió.

Bivol ha boxeado con mucha inteligencia y aprovechando su altura y envergadura —comentó
 Juan Gordal.Normalmente el Canelo es el que suele planificar así. Le ha controlado de principio a fin. Yo no sé si el Canelo esperaba que en algún momento el
 ruso se viniera abajo.Yo esperaba que el Canelo hubiera apretado en algún momento si se veía mal.Y a lo mejor lo ha intentado, pero Bivol no le ha dejado. También los superclases tienen
 días malos.Pero esta derrota del Canelo era mucho más inesperada que la de Mayweather.Pero lo malo es que es muy aburrida para el gran público.Depende, yo creo que ser capaz de dominar tan cerebralmente un combate tiene también
 su mérito y debe verse.Puede ser. Desde luego los jueces no han dudado. Ya sabes que Dmitry Bivol dice que su 
estilo es el del boxeo soviético.Pues no lo sé, pero desde luego es efectivo —sentenció Fran. 

Como siempre, este blog les ofrece el combate entero para que ustedes formen su opinión.
¿Qué opinan? ¿Ven mérito al boxeo de Bivol? ¿Les gusta este tipo de combate?



Fran y el sofá

 


¡Ay, qué cansada
estoy! —dijo 
Carolina Gordal
 a nuestro
 protagonista—. 
Voy a sentarme
 diez minutos 
antes de hacer
 nada.Pues espérate que tengo que quitar todo lo que ha dejado Juan en el sofá —contestó nuestro
 protagonista—. Luego se cabreará si se lo tocan.¿Otra vez lo mismo? ¿Pero qué se cree ese que es el sofá? ¿Un vertedero?

Fran recogió del batiburrillo que su hermano solía dejar encima de aquel sillón una mochila,
una bufanda, dos chaquetas, calcetines... Cuando Juan se vestía rápido para ir a alguna parte
solía dejar en esa zona del sillón sus cosas y Fran y Cárol, conocedores de los ataque de ira de
Juan cuando tocaban una pertenencia suya no se atrevían a decir nada ni a tocar el montón.

Que grite lo que quiera, no puede dejar todo así como si no hubiera nadie más —dijo Carolina.Pero es que encima se enfada él si se lo dicen. Bueno, el caso es que ahora esto está limpio y
 está todo en su cuarto —respondió Fran.Aquí todos trabajamos y ninguno dejamos eso así.Bueno, tú ahora relájate y siéntate.

Ambos hermanos disfrutaron de media hora de asueto y conversación hasta que llegó Juan
Gordal de sus obligaciones.

Joder, hoy me he cansado —comenzó a decir—, pero ahora me podré de casa y... ¡Un momento!
 ¿Dónde están los pantalones que dejé aquí encima?Todo lo hemos llevado a tu cuarto, Juan. No puedes dejar esto así.¡¿Pero cómo tengo que deciros que no toquéis mis cosas?! ¡Sois la leche!Esto no es un vertedero, Juan, y de tus cosas tienes que hacerte cargo tú —intervino Carolina.¿Y de qué sirve si me ocupo de ello y os lo lleváis sin decirme nada? —gritó Juan.¡Encima tiene los cojonazos cuadrados de cabrearse él! —exclamó nuestro protagonista—. 
Bueno, ahora se calmará cuando encuentre todo. Pero no puede hacernos esto —comentó Carolina—. Esto no se lo podemos permitir.Pues se admiten ideas —sentenció Fran. 


miércoles, 13 de noviembre de 2024

Ni pies ni cabeza

 


Después de ducharse y secarse Fran comenzó a vestirse. Se fue a su cuarto y cogió la ropa que
había dejado preparada de antemano. La camiseta de un sólo color, la sudadera, pantalones...
Se puso todas las prendas y llefó a un curioso momento que siempre le fascinaba cundo lo
afrontaba. Un momento al vestirse en el que está uno con toda la ropa puesta pero sigue descalzo
y sin calcetines. Aquel contraste no tenía nada de particular, pero siempre llamaba la atención
de nuestro protagonista cuando llegaba a aquel paso necesario en la tarea de vestirse. A veces se
quedaba absorto mirando sus pies aún al aire.

¿Qué haces? —preguntó Carolina Gordal al verle?—. ¿Te has vuelto tarumba?No, Carolina, me estaba vistiendo. Ahora sigo.


Nuestro protagonista cogió los calcetines y las botas y acabó con ese momento. Ahora se sentía
como si estuviera en un estado concreto de los muchos por los que pasaba el día. El curioso
momento de vestido sin calzar le daba una impresión como de tierra de nadie que no se
correspondía con nada. A lo mejor, pensó, habría que buscar algo que se pudiera hacer en ese
estado, pero sólo se le ocurría caminar sin hacer demasiado ruido, y eso no era necesario en
aquel momento. Pensó en otras cosas, como realizar su tabla de ejercicios diaria, pero esta la
realizaba con calcetines. Calcetines especiales que quedaban destrozados tras cierto tiempo de
uso. Carolina volvió a notar que nuestro protagonista estaba pensativo e intervino:

Fran, ¿te pasa algo?No, ahora estoy en plena disposición para ponerme a hacer cosas.Ni siquiera tus respuestas tienen pies y cabeza. Ya te ha dado con una de tus neuras.

Fran cayó en la expresión «ni pies ni cabeza» y en efecto se acercaba bastante a sus
pensamientos. Parecía que sí, que había llegado el momento de dejarlo. Pero al vestirse al
día siguiente volvería a pasar por el estado que le había sumido en esas elucubraciones. Habría
que controlarlo, sentenció para sí.



  

Minihostias

 

 

¡A ver si le echa
 huevos el de azul, 
que lo tienen 
acobardado el 
otro! —gritó aquel
 hombre
 de mediana 
edad engominado que veía al lado de Juan y Fran Gordal el boxeo de la pantalla de aquel bar.
Ya dijo la frase típica de no tener ni pajolera idea al ver un deporte —comentó nuestro
 protagonista.

Los dos hermanos habían tratado muchas veces de aquella teoría, cada vez más sólida e
irrefutable. Cuando uno no tiene ni idea de un deporte, se lo achaca todo a la falta de
determinación y ganas. Quien de verdad sabe habla de técnicas, de resultados, de cómo
aprovechar situaciones favorables... Pasaba con el fútbol y cuánto más en los deportes de
contacto que sí parecen medir directamente los más bajos instintos y capacidades.

Bueno —comentó Juan—, esa es la más típica, pero también comparar a cualquiera con
 cualquier boxeador que conozcan aunque su estilo no se parezca en nada. Por ejemplo yo
 he visto comparar a Pacquiao con Lennox Lewis.Eso, sin reparar en pesos ni estilo —respondió Juan.Bueno, y ponderar la pegada, que sin duda es importante, por encima de cualquier otra cosa.
 
 Como queriendo confirmar a los hermanos el espectador continuo dijo:Si es que este te da una hostia y ni lo notas. No pega na. 

Ambos hermanos comenzaron a reírse y Fran comenzó lo intercambiables que eran las
apreciaciones de este público sin nociones básicas. Pero Juan le corrigió:

A mí la Coralia me ha dicho una frase que no he oído a nadie más —aseveró Juan.Ah, ¿pero la Coralia sigue el boxeo?Bueno, está empezando. Pero me he reído mucho últimamente de que al jab de izquierda, o 
de derecha en los zurdos, lo llama «las minihostias».

De nuevo nuestros protagonistas comenzaron a reír hasta el punto de que algunos clientes
del bar volvieron la cabeza hacia ellos.

Bueno, no es lo mismo —dijo Fran—. Por lo menos eso demuestra que se ha dado cuenta 
de uno de los movimientos más habituales. Otros sólo saben decir las cuatro tontería de siempre.

El hombre que había provocado la conversación volvió a hablar al producirse un K.O. En el
combate de la televisión:

Claro, si es que ya lo decía yo. No podía ganar así.La Coralia no diría eso —sentenció Fran volviendo a provocar las risas de los hermanos. 


miércoles, 6 de noviembre de 2024

Una bolsa de plástico

 

 

Bueno, pues ya
está. Ya he traído
 lo que hacía 
falta —dijo 
nuestro
 protagonista
 al volver de 
aquella compra
 en el supermercado¡Pero te has llevado una bolsa de plástico de aquí! —gritó Carolina.Pues claro. Si la tenía no voy a gastar más.Podrías haberte llevado una de tela como todo el mundo —intervino Juan.¿Pero qué importancia tiene? —preguntó Fran asombradísimo. No se puede ir con una bolsa de plástico a eso.

Nuestro protagonista no podía creerlo. Después de haber comprobado una lista de enseres y
productos necesarios en casa había bajado para traerla con una bolsa que de hecho era de las
mismas que proporcionaba aquel establecimiento. Pero sus hermanos estaban más enfadados
por la bolsa que agradecidos por la compra.

¿No te acuerdas de lo que dijo el Piedrahíta? Esas bolsas sólo valen para suplentes de bolsa
 de basura —le dijo Juan Gordal.Ya no —comentó Fran—, porque el asunto del reciclaje está reglamentadísimo.¿Y qué ibas? ¿Por la calle con una bolsa de plástico vacía colgada del brazo? —le inquirió 
Carolina.Pues sí, no veo que tenga nada de raro. Y además aún tendrá que hacer muchos más usos para
 que el plástico quede amortizado —añadió Fran.Bueno, pues tú no vas a darle más oportunidades —sentenció Juan—. A partir de ahora haces
 las compras con bolsas de tela.Joder, espero que seas igual de estricto con las cosas importantes —comentó nuestro protagonista.Pues sí, la imagen lo es.Vale, pues la próxima vez no iré a la comprar y llenaré todo de plásticos pero quedaré de 
puta madre —concluyó nuestro protagonista. 
 

Pegamento y lejía

 


Bueno, pues ha
 quedado bien 
¿no? —preguntó
 Fran observando 
el arreglo que 
Juan Gordal y 
él habían 
llevado a cabo
 en el lavabo
 de casa.Sí, menos
 mal, porque cuando lo he visto me han llevado todos los demonios. Lo malo es que
 hemos perdido la colonia.

El día había empezado con prisas por varios motivos para ambos hermanos, los que había llevado
a que en la precipitación y el nerviosismo el frasco de colonia buena que tenían ambos hermanos
cayera sobre el lavabo y lo rompiera. Juan comenzó a lamentarse temiendo que fuera necesario
un arreglo de muchos cientos de euros, pero Fran lo vio más fríamente y reparó que sólo se
había desprendido un trozo del borde y que era posible pegarlo con el producto adecuado.
Cuando ambos hermanos tuvieron a mano pegamento del fuerte se pusieron a la tarea y ahí
estaba otra vez el lavabo esplendoroso.

Bueno, Juan. Ya ves que no ha sido tan terrible —comentó nuestro protagonista—. Ahora ya
 ha pasado lo peor.Puede ser, pero yo tengo los dedos llenos de pegamento y tengo que irme a trabajar. Y
 manipular comida.
 

Fran pensó qué productos de los que tenían en casa podían ayudar a limpiar las manos de su
hermano: acetona, alcohol, agua oxigenada... Pero Juan optó por otro más fuerte más apropiado
para otros usos.

¡Pero que eso es lejía! —gritó Fran.Ya, pues es lo que mejor funciona.Como te caiga en la ropa sí que va a haber problemas seriosEso ya lo veremos. Ahora lo que importa es esto. No puedo perder más tiempo.Y esperemos que no pierdas ropa —sentenció nuestro protagonista.