—Pues yo cada vez que vengo aquí veo más tebeos y más libros y al final os van a comer.
Cuando tenéis muchos que no habéis leído y una biblioteca cerca —dijo la Tía María Cristina
al llegar a la casa de los Gordal Palacios.
—Pues he aprendido a comprobar si las
bibliotecas tienen libros antes de comprarlos,
tía. Sólo los pillo ya cuando son muy
difíciles de encontrar —contestó nuestro
protagonista.
—Y yo de cuando en cuando me deshago de algunos que no me interesan —Añadió Juan Gordal.Últimamente el tema de los libros y la literatura era recurrente en las visitas de la tía a sus tres
sobrinos. La tía María Cristina concebía la idea de que sus sobrinos no eran potentados porque
se gastaban todo el dinero que ganaban en tebeos y libros.
—Hay que ser austeros. Yo llevo toda mi vida midiendo mucho esto y a vosotros os veo siempre
de juerga. —Tía, yo no me compro más que un tebeo o libro al mes. Y estoy intentando leerme todos lo
que no me he leído. Parece mentira tal fobia en los libros en una profesora de literatura —dijo
nuestro protagonista. —Pues mira, precisamente te he traído yo una recopilación de obras de teatro madrileñas del siglo
XX para que no sigas con eso.
Fran se quedó estupefacto. Era, posiblemente, el último libro que cogería de cualquier biblioteca
o establecimiento. Una recopilación claramente pensada para alumnos de enseñanza secundariasobre un tema que no interesaba en absoluto a Fran. Además no estaba en muy buen estado.
—Pero si se le caen las páginas, tía —dijo nuestro protagonista. —Porque lo he aprovechado muy bien, que es lo que debéis hacer vosotros. —Está bien, me lo leeré —dijo Fran, aunque en el tono se le notaba que no tenía la menor
intención de hacerlo. —Aprended a usar lo que tenéis. —Está bien, tía. Nos desharemos de libros que nos interesan en perfectas condiciones para que
tú puedas traernos libros de texto a los que se les caen las páginas sobre temas que nunca han
sido de nuestros predilectos —sentenció Juan.
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