Aquella tarde
nuestro protagonista
acompañó a
Carolina Gordal
al supermercado
a hacer una de
sus compras de
los productos que
ella se compraba
personalmente aparte
de los que consumían
los tres hermanos. Entre ellos entraban varias unidades de gelatina de fresa que se anunciaba
como rica en proteínas. Pero Fran observó que su hermana empezó a coger paquetes de la misma
en muy gran cantidad. —¿Eso se estropea? Estás cogiendo muchas —preguntó nuestro hombre. —Es que Juan me las quita. Estoy cogiendo también para él. —Joder, sois como críos de teta. Nuestro personaje empezó a recordar la pelea a gritos que había vivido hacía dos días cuando Carolina recriminó a voz en grito a Juan el haberse comido la última gelatina de la compra anterior. Carolina diciendo que era suyo, Juan explicando que tenía hambre por la noche... pero a nuestro protagonista le llamó la atención la solución final por la que optó Carolina. —¿Entonces le vas a pagar a él las gelatinas? ¿Puedo yo pedir cosas para mí? —No es lo mismo, porque las gelatinas también me las como yo. —Bueno, yo también te cojo frutos secos y alguna otra de tus compras. —¡Pues os vais a joder los dos! A partir de ahora cuando compres traes también frutos secos y gelatinas. —¿Y te seguirás comprando tú para ti? —inquirió Fran. —Os gastáis el dinero vosotros. ¡Yo me pillo lo mío como siempre he hecho! —Pero es absurdo gastar el doble en lo mismo —Mis gelatinas son para mí. —Joder, gritando en el súper. Habéis vuelto Juan y tú a los seis años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario