—Muy bien, Fran,
te has acordado
del friegasuelos
—dijo Carolina
Gordal a nuestro
protagonista. —Yo traigo
siempre lo
que me pedís
si voy a la compra. —Pero es también de limón, como las pastillas para el water que trajiste el otro día—intervino
Juan Gordal.Nuestro protagonista ni siquiera miraba esas cosas. Había cogido el primer producto que
había visto sin reparar en su color ni su fragancia. Cuaquiera sería buena, pensaba y daba
igual que el color del líquido fuera azul, verde o amarillo.
—Nos va a oler el culo a limón con tantos productos derivados —dijo Juan —Sinceramente eso no me preocupa en absoluto —comentó nuestro protagonista. —A mí me parece bien —intervino Carolina—. Voy a ver si me pillo yo también
cosméticos con esa esencia. —Joder, si el limón se ha usado muchas veces para limpiar. Es de lo mejor que hay en
la naturaleza para eso —dijo Fran. —Pero la verdad es que toda la casa igual...—comentó Carolina. —Pues si os parece bien traigo un detergente con aroma a pescado y ya tenéis el
plato completo. —Bueno, déjalo. Hablando de eso os voy a hacer un arroz —dijo Juan.Cada uno de los hermanos se sumió en sus tareas hasta la hora de la cena donde Juan sirvió
el plato que había aprendido a preparar en su trabajo.
—No está mal, pero le iría bien un poco de limón—comentó Fran. —Pues no hay. Se acabó ayer—habló Carolina. —Cojonudo, limón por todas partes menos donde es necesario—dijo Juan. —Si queréis ponerle el friegasuelos, vosotros mismos—sentenció Fran.
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