Fran observó orgulloso su obra. Allí estaban, para la
comida familiar, las cinco doradas a la espalda que había
preparado. Una para cada comensal. Juan, Doña Marta
Palacios, Carolina, Alvarito, y él mismo. Las había
comprado, asado echado el sofrito... pero ahora lucían
jugosas, con el ajo y la guindilla, preparadas para la
comida. Además, Juan Gordal había comprado unos
entrantes y embutidos. Sí, Doña marta Palacios que aquel
día no pudo cocinar, había dejado el asunto en buenas
manos. Cuando Carolina y Alvarito llegaron, quedaron
gratamente sorprendidos a la vista de las vituallas.
-¡No esperábamos algo así! -dijo Alvarito siempre de buen comer.
-Os lo habéis currado de verdad. A ver qué tal está.- Pues espérate a ver las doradas, pensaba Fran.
La familia esperó comiendo y bebiendo cerveza la llegada de la matriarca del clan Gordal Palacios.
Doña marta como siempre llegó con una idea a casa:
-Hay que rehogar las colecitas de Bruselas -dijo.
Ni Fran ni Juan habían pensado en que ella exigía sofreír todas las verduras, y las coles de Bruselas
permanecían sólo cocidas, esperando a ser servidas. Doña Marta tardó lo suyo, y Fran no dejaba de
pensar en su pescado al fin lo llevó a la mesa.
-Bueno, he ido a comprarlo yo lo he cocido y aliñado y...
-Yo prefiero colecitas. Ponme más que no quiero pescado -dijo Carolina.
-¡¿Cómo has dicho?! -preguntó Fran de muy malos modos.
-Que las doradas no me gustan y...
Fran hacía esfuerzos para contenerse. Si soltaba lo que le pedía el cuerpo ante aquella infami haría
alguna barbaridad muy gorda.
-¡A nadie les gustan más las colecitas que ningún
otro alimento sobre la tierra! Me dan ganas de
ponerte a comer solo verdura rehogada para que
veas la gilipollez que has dicho.
-¡Ay sí! Más coles. Ojalá.
Esto enfadó del todo a Fran, tras ver como su
trabajo se iba al traste en solo dos minutos.
-¡No me extraña que estés amarillenta y con las
tetas caídas!
Fran hbía tocado terreno peligroso. Crolina empezó a llorar y ptañler como hacía cuando estaba en
casa.
-¿No ves lo que me ha dicho Alvarito? ¡Defiéndeme!
Pero el cocinero y cuñado de Fran, más bien estaba entre riente y atónito. No así Doña Marta Palacios.
- Fran, te has pasado. Pídele ahora mismo perdón a tu hermana.
-¡¿Qué?! ¿Después del trabajo que me he tomado y su agradecimiento?
-Y también porque si no te pego una bofetada.
-Creí que esto se había acabado cuando se fue.
-Pues no es así. Aquí todos os comportáis y tú le pides perdón.
Fran,estaba más ofendido que casi nunca en su vida, pero a una madre no se le podía negar la razón.
Su hermana había una vez más conseguido sacarle lo peor que llevaba dentro y encima salirse con la
suya. Pero lo peor era lo insultado que se sentía. Pensaba que ya no podía pasar naada peor pero Juan
le mostró lo equivocado que estaba.
-Además, tu casi no has comido coles. Tráeme tu plato.
Y de nuevo le llenaron la comida de aquella verdura infame. Fran no tuvo otra que comérsela, y
tragarse su orgullo. Eso sí, le levantó algo el ánimo ver que el resto de la familia sí comio sus doradas
con gusto.
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