Con la llegada del verano, como cada año, la gente pasaba a usar la ropa más corta y escueta. Y como
cada año, la calle se llenaba de chicas de buen ver, y Fran y Juan pasaban mucho tiempo hablando de ello.
-Pues tú dirás, Fran que siempre quien más enseña es quien más debería esconder, pero yo cada año las
encuentro mejores.
-Porque tú eres un obseso, a mí un culito tiene que ser realmente del otro mundo para
desconcentrarme, como... como aquel, por ejemplo.
Los dos hermanos observaron que un chaval gordito de la calle se quedó extasiado mirando a esa
chica. La chica se dio cuenta y le dijo algo sobre ello.
-Bueno, nosotros no somos tan cantosos, ¿no?
-Vamos a verlo a aquel espejo.
Fran quedó bastante aliviado.
-Bueno, no destacamos en nada malo
-¿Que no? Somos dos tíos talluditos poniéndose gordos y sin curro hablando de cosas guarras -le
corrigió Juan.
-Como aquel chaval de antes.
-No, que él al menos es más joven.
-Bueno, pero también hay muchos viejunos mayores que nosotros alegrándose la vista en esta calle.
-Mira, está claro que las tías están todas tremendas, pero nosotros parecemos orangutanes. Como el de
la portada del tebeo de Ranciofacts de Pedro Vera.
-Pero podemos remediarlo.
-Pues habrá que ponerse a ello, porque las tías nos dejan cada año a la altura del betún.
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