-Me he duchado hace
tiempo Juan. Además está aquí Carolina que ha venido a vernos.
-Hola, Cárol.
-Me alegro de verte,
porque venía pensando en tus escrituras y he visto...
-Bueno, me vuelvo a la
cama. Avísame para comer, Fran.
Aquello desbordó la
paciencia de nuestro hombre y su hermana. Carolina había venido muy
específicamente a ver a Juan y este no se dignaba a hablarle. Más
aún, solo se había levantado para ver si podía ofender a Fran.
-¡Si no fuera mi
hermano, haría tiempo que lo hubiese mandado a la mierda! ¡Sólo le
mueve el tocar los cojones!
-No hay derecho a que
una venga así preparando, buscando cosas para él y que ni te quiera
ver.
-Ya, Cárol. Si esto es
así todos los días.
-Bueno, háblame un pco
de vuestras cosas.
Fran habló sobre su
espera en las oposicines, un poco de la comida... así hasta que
Carolina se fue.
-Me voy con un disgusto
tremendo, que este tío ni haya querido verme.
-Ya se lo diré, Cárol
Según Carolina se fue,
Fran se puso a preparar la comida. Entonces Juan apareció:
-¡Baja el fuego que se
te va a pegar el cocido!
-Oye Juan, ¿has visto
el disgusto que le has dado a Cárol? ¿Tú te esfuerzas por ser
desagradable o cómo va?
-Luego te hablaré un
poco sobre echar mierda de mí en las vistitas.
Fran se quedó ante la
olla preguntándose si su hermano había llegado a parodiarse a sí
mismo, o ese era su verdadero comportamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario