lunes, 3 de julio de 2017

Un último y vergonzoso secreto.

-La verdad, que aquí se está muy bien, no me extraña que vengamos siempre -dijo Fran pegándole un trago a su cerveza.
-Y ponen buenas tapas, se ve todo bien, hay chicas...

Sin duda aquel bar llamado Los Hurones era un buen lugar de paso en las correrías de ambos hermanos en sus salidas nocturnas por la ciudad. Sin embargo tenían la duda de si iban a él demasiado a menudo perdiéndose otros lugares.

-Bueno también está que la última vez que intentamos ir a otro sitio nos llevamos un sablazo enorme.
-Pero yo correría el riesgo -dijo Juan-. Nos conocemos hasta el último recoveco de este local. Los decorados de los azulejos, ese grupito de chicas del rincón, que tienen una virgen del rocío...
-Sí, bueno, ahora salimos más arriba en esta calle. Yo voy un momento al baño.

De camino al baño nuestro protagonista observó la mencionada virgen, dos bicicletas antiguas que adornaban el local y pensaba que sí, que allí no les quedaba ninguna sorpresa. Una vez acabó en el baño se lavó las manos y al salir se encontró de frente con una chica.

-Me parece que te has equivocado -le dijo ésta
-No -contestó sorprendido nuestro héroe llevo años viniendo aquí y...

La chica le mostró el símbolo de la puerta y... ¡sí! ¡Aquel al que Fran había ido siempre que entró en Los Hurones era el baño de mujeres! Fran salió cabizbajo y avergonzado y habló con los de la barra.

-No eres el único. Los símbolos de los baños se calleron y hasta ahora se nos olvidó pegarlos.
-Vaya, Fran, pues esto aún tenía un secrto para ti.
-Sí, bueno, vámonos a otro lado -dijo Fran con el color subido y la cara pegada al suelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario