-Y para mañana, os voy a preparar
unas carrilladas de cerdo al oporto, que ya he mirado en el youtube
cómo se hacen -dijo Juan Gordal después de servir orgulloso aquel
pudding americano.
-Joder, no paras -respondió nuestro
protagonista saboreando aún los restos del pollo en salsa que había
hecho de segundo su hermano.
Desde que por los horarios le tocaba a
Juan preparar la comida se había apasionado buscando nuevas recetas,
preparaciones, trucos... Hacía comidas buenas, pero estaba llegando
a un punto obsesivo. Obsesivo hasta el extremo de que si nuestro
protagonista o Doña Marta miraban en la nevera se alteraba porque le
descolocasen algún ingrediente que tenía marinando o pelearse por
hacer él la compra.
-Lo que no sé es si sustituyendo el
oporto por sidra no quedará mejor, porque con el pollo iba muy bien.
-¡Coño, Juan! ¿Y no podemos un día
tomar algo más normal como unas legumbres o cocido?
-No si ya estoy investigando sobre
ello...
-Investigando. Te has crecido. Te
crees un puñetero chef internacional. Hazlo en la tele y te pagarán
más.
-Es que hay que reconocer que no se ha
comido aquí mejor desde que yo me ocupo.
-Oyeesonoesciertoqueyosiemprehetraidoaquífiambresycosaparalacomida...
-dijo Doña Marta callada hasta ese momento.
-¡Pero es que eso no vale! ¡La
comida es Proteína! Todo el resto es accesorio. Hay que traer
proteína. Por tenerla he llegado a ver cómo conservan en
Groenlandia un frailecillo, un pájaro en piel de foca.
-Y porque eso es difícil de hacer
aquí. Si no nos lo preparabas -dijo nuestro hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario