-Sí, si mejor me siento, pero...
¡Espera!
Juan persiguió como hipnotizado a una
chica que pasó a su lado. Parecía como levitar, hasta movía
ligeramente la cabeza. Además no mantenía una línea recta,
zigzagueaba levemente según se movía la chica de delante. Al cabo
de un rato, ésta se detuvo en un cruce y en la papelera que había
pegada al semáforo depositó un cigarrillo. Y entonces Fran
comprendió.
-Ya ves -dijo Juan-, cada vez que
alguien fuma a mi lado me vuelve a dar esta especie de mono, y a
veces hasta intento tragarme los humos.
Nuestro protagonista se quedó muy
sorprendido, aunque entendía lo duro que era siempre superar una
adicción de cualquier tipo. Pero ver a su hemano casi levitar por
aquello le parecía el colmo.
-Joder, Juan, cuando te has puesto
tras esa chica creía que eras un puto baboso que la perseguía
pensando obscenidades. Luego he visto que no, pero no sé qué es
peor.
-Es que no se me pasan las ganas. Ya
te digo que sentirme, me siento mejor. Pero sigo todo el rato
pensando en esto.
-Bueno, por lo menos ya no sales de
los bares para fumar ni te vas por las noches...
-Si eso es de lo peor. Muchas veces
más que el fumeteo echo de menos esas cosas que van asociadas, salir
a la calle, tomar el aire...
-Pero si todo eso lo estás haciendo
ahora.
-Sí, pero no es lo mismo. Esa pausa
de estar en un bar viendo un partido y salir en el descanso es única.
-Pues mira, en lo que no pienso yo
cuando veo un partido es en el descanso.
-Pues ya lo ves, hasta ese punto es
jodido dejar esto.
-Con lo fácil que era no empezar,
como hice yo.
-Bueno, no te tires el rollo, que tñu
con la comida eres la leche. Cuando intentas hacer dieta eres mucho
peor
-Pero comer, de un modo u otro, hay
que hacerlo siempre.
-Sí, el caso es ver la paja en el ojo
ajeno,
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