-Bueno, tú
tranquilo que ellos y yo sabemos cómo movernos -respondió nuestro
protagonista abriendo paso a una madre que llevaba a su hijo en un
cochecito.
La Feria del
Libro, como siempre, era uno de los acontecimientos donde todo
madrileño y cualquier visitante que entonces se haye por la capital
se deja caer varias veces. Los libros y cómics más buscados se
ponen al alcance de todos y muchas veces además los autores se pasan
de primera mano y se ponen accesibles al público. Pero especialmente
en las casetas donde firmara el autor de un best-seller , la gente se
agolpaba, poniendo difícil el movimiento.
-La verdad es que
también vienen algunos que no me explico la expectación que
despiertan -decía nuestro protagonista.
-Y yo no sé si
los niños más pequeños aquí están bien, se anda entre la
multitud y muchas veces no se los ve.
-Tu ten cuidado
donde pones... -comenzó a decir nuestro protagonista, y entonces el
aullido de un perro le cortó la frase.
Estaba a sus pies
y le ladraba en plan protesta. Fran pedía perdón al perro, mientras
el chico joven que lo llevaba se reía. Dos caricias le hizo y
termino de irse. El perro le dedicó un ladrido más antes de que se
fuera.
-El caso es que te
decía que fueras atento , que te ibas a dar y has pisado al perro.
-Joder, Juan
siempre tienes que quedar encima.
-Pero ¿es verdad
o no, que has pisado al perro?
-Mira, es un
animal, no avisa, no sigue pautas...
-Sí, encima
échale a él la culpa
-Que no es eso te
digo... -y aquí nuestro protagonista de nuevo se apartó dejando
paso a un minusválido.
-Casi vuelves a
montar un cristo. No aprendes.
-Creo que lo que
voy a hacer es dejar de ir a los sitios contigo, pesado.
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