viernes, 14 de junio de 2019

Dos teclas.

-Con esto así no hay Cristo que escriba -dijo Juan Gordal.
-Y no hay forma de arreglarlo -respondió nuestro protagonista-. Es que encima anda que es el tabulador o una tecla que usemos poco. La puta barra espaciadora y el corrector.

¿Han intentado alguna vez escribir una carta o un documento de cierta longitud sin estas dos teclas? Nuestros dos protagonistas tampoco lo habían hecho hasta aquel día. Recibían notificaciones de redes sociales que pasaban de contestar porque se convertían en una auténtica labor de chinos, pero es que además Juan había retomado su idea de escribir una guía sobre el mundo del cómic que tanto le apasionaba. Claro, supongan que escriben de carrerilla todo un párrafo para descubrir en cuanto vuelvan la vista a la pantalla que todo su trabajo de los últimos 5-10 minutos ha sido inútil. Y que el corrector tanpoco está funcionando. A Juan esto llevaba sacándolo de quicio todo el día.

-Y no viene nada en Google de por qué puede ser ¿verdad?
-Esto no parece de un virus, es más mecánico -dijo Juan.
-Algunos post y artículos parece que sí que hay en internet de cómo desmontar teclas limpiar debajo de ellas y volverlas a montar.
-Bueno, igual hay que hacerlo, pero deja que lo haga yo, que tú eres muy burro.
-Todo lo que quieras, desde luego sin barra espaciadora es difícil usar el ordenador.
-Ynoseríamejorllevarloalatoendaaqueloareglenayhijosquedifívilestodoconeseaparatoyluegoos
extrañáisdequeyocasinolousecadadíaoslleváisundisgustoconélnoparáisdequejarosperobuenome
alegrodequealmenoslouséisparatrabajar... -dijo Doña MartaPalacios que acababa de entrar por la puerta después de asistir a un concierto de esos que solían llenar sus tardes.
-Bueno, tenemos una voz autorizada más-dijo Fran
-Peroquéestáishablandoyoestoydispuestaaayudarossimedecísquéhayquehaceryolohagoencantada
todopormishijossiestoysiempreavuestroladoperonocontáisnuncaconmigoyoosarregloesosimedecís
quéhayquehacer...

Los dos hermanos se echaron a temblar ante la idea de Doña Marta Palacios urgando en sus teclas del ordenador y forcejeando. Buscaron una forma amable de decirlo:

-Dejalo, mamá si tú estás muy bien sin ordenador y sin barra.
-Yaestaisdándomedeladonoséporquédicesquevivomuybiensinlabarraespaciadoraesacuandoyobvenía
conmimejorvoluntadyaversiundíameexplicáiselordenador de forma que yo lo entienda porque luego decísquenolocojo...
-Claro, en cuanto lo tengamos te lo decimos. Pero no sé para qué quieres tú esa tecla.


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