-Pues ya ves que lo llevan atado con una correíta y un arnés y
obedece y todo.
Nuestro héroe no terminaba de ver bien aquellos animales como
mascotas. De todos esos que se salían del estereotipo de animales
domésticos, lo cierto es que en Europa eran los que menos problemas
podían causar: se empezaron a domesticar para cazar conejos, por lo
que habían vivido durante siglos ya con los humanos, eran una
subespecie de un animal autóctono, el turón común, por lo que no
eran un problema si se escapaban, y tenían su propio alimento de
mascotas en las tiendas, por lo que era relativamente fácil
tenerlos. Sin embargo nuestro protagonista no terminaba de verlos
como una opción más de animales de compañía. Y sabía los
argumentos citados y otros similares por los cuáles en realidad, en
Europa, podían ser válidos para ese uso. Quizás todo fueran
prejuicios.
-Bueno., ya sé que nosotros estamos en España, pero con nuestra
visión eurocéntrica olvidamos considerar al resto del mundo. En
Nueva Zelanda, por ejemplo, ya han tenido problemas por meter un
bicho de fuera en el ecosistema -decía nuestro protagonista.
-Y
aquí los hemos tenido con cotorras, tortugas de Florida... Que no es
lo mismo, Fran, que aquí están en su sitio.
-Yo
no termino de ver ese animal como doméstico. Mira ese salchicha, por
ejemplo. Ya con los perros si quieres un animal alargado y manejable
lo tienes. Y se comprotan mucho mejor...
Entonces Fran observó algo que lo calló en el acto: ese perro
saludó, olisqueó y movió el rabo al hurón, que respondió de la
misma manera, casi indistinguible de lo que hubiera hecho cualquiera
de los perros que había tenido como mascotas nuestro protagonista:
mover tod el cuerpo, retorcerse en actitud amistosa junto a él, y
proseguir su camino.
-Ya
lo ves, no es verdad que se comporten mejor los perros -dijo Juan.
-Pues yo no termino de verlo, serán prejuicios o lo que sea, pero me
han contado que en las casas intentan escarbar en los muebles, que
despiden olor de sus glándulas...
-Pero cada vez que hablas sobre ellos ocurre algo que te quita la
razón.
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