sábado, 8 de junio de 2019

Prejuicios animales.

-Pues digan lo que digan es un animal de bosque -decía Fran mientras veía aquel hurón pasear por Malasaña.
-Pues ya ves que lo llevan atado con una correíta y un arnés y obedece y todo.
Nuestro héroe no terminaba de ver bien aquellos animales como mascotas. De todos esos que se salían del estereotipo de animales domésticos, lo cierto es que en Europa eran los que menos problemas podían causar: se empezaron a domesticar para cazar conejos, por lo que habían vivido durante siglos ya con los humanos, eran una subespecie de un animal autóctono, el turón común, por lo que no eran un problema si se escapaban, y tenían su propio alimento de mascotas en las tiendas, por lo que era relativamente fácil tenerlos. Sin embargo nuestro protagonista no terminaba de verlos como una opción más de animales de compañía. Y sabía los argumentos citados y otros similares por los cuáles en realidad, en Europa, podían ser válidos para ese uso. Quizás todo fueran prejuicios.

-Bueno., ya sé que nosotros estamos en España, pero con nuestra visión eurocéntrica olvidamos considerar al resto del mundo. En Nueva Zelanda, por ejemplo, ya han tenido problemas por meter un bicho de fuera en el ecosistema -decía nuestro protagonista.
-Y aquí los hemos tenido con cotorras, tortugas de Florida... Que no es lo mismo, Fran, que aquí están en su sitio.
-Yo no termino de ver ese animal como doméstico. Mira ese salchicha, por ejemplo. Ya con los perros si quieres un animal alargado y manejable lo tienes. Y se comprotan mucho mejor...

Entonces Fran observó algo que lo calló en el acto: ese perro saludó, olisqueó y movió el rabo al hurón, que respondió de la misma manera, casi indistinguible de lo que hubiera hecho cualquiera de los perros que había tenido como mascotas nuestro protagonista: mover tod el cuerpo, retorcerse en actitud amistosa junto a él, y proseguir su camino.

-Ya lo ves, no es verdad que se comporten mejor los perros -dijo Juan.
-Pues yo no termino de verlo, serán prejuicios o lo que sea, pero me han contado que en las casas intentan escarbar en los muebles, que despiden olor de sus glándulas...
-Pero cada vez que hablas sobre ellos ocurre algo que te quita la razón.


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