jueves, 28 de noviembre de 2019

Un camino por delante.


No tero sentadme, mamá gritaba aquel niño de corta edad que observaba nuestro protagonista.
Se un niño bueno y obedece respondió su prgenitora mientras lo ataba con además cariñoso, pero autoritario en el cochecito . ¿No ves que si no te vas a cansar y que yo no puedo estar ahora mirando por dónde vas?
Pues yo tero andar insistió el infante, y estirando los pies todo lo que podía rozó el suelo desde el asiento y hacía el movimiento de los pasos.

Fran y Juan Gordal, que observaban el incidente rieron. Pensaban que ese niño iba a tener un espíritu aventurero y de esfuerzo toda su vida. Y que como suele ocurrir, si hubiera estado cansado, seguro que su madre hubiera querido enseñarlo a andar.

No debe ser el único, he visto cochecitos de crío pensados para que anden un poco sin cansarse o se suban por detrás sin sentarse comentó nuestro protagonista.
Pues este no se para quieto, parece que ahora quiere soltarse.
Tero andad, mamá gritaba el niño con tono suplicante.
Ahora no. Cuando salgamos del metro, si eso, andas.

Aquí ya el niño parecía empezar a gritar y a no aceptar su situación, y Juan y Fran gordal se reían.

—Está centrado en grandes proyectos de su edad — comentó Juan.
— ¿Como cuántos años tendrá? ¿unos tres? —preguntó nuestro protagonista.
— Sí, creo que es la edad en que los críos empiezan a andar.
—Le va a ir el senderismo, parece.

Los dos hermanos observaron cómo madre e hijo se marchaban a lo lejos por la calle, y pensaban en cómo los niños de las nuevas generaciones parecían adelantar en todo a sus padres. Juan insistió:

—Te digo siempre que esos críos harán grandes cosas.
—Colonias en Marte, me gustaría a mí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario